El sexto concierto del ciclo “Primavera” clausuró anoche la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, todo un éxito haberlo culminado, a la vista de las dificultades que supuso la pandemia y sus normas sanitarias. La orquesta, en un recital con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA, recuperó parte de un programa previsto para el aciago mes de marzo de 2020, conformado por el “Concierto para piano nº 2 en fa mayor, op. 102” de Dmitri Shostakóvich y la “Sinfonía nº 4 en fa menor, op. 36” de Chaikovski. Son piezas queridas por el melómano público ovetense, que correspondió a la Orquesta del Principado con una entrada más que notable, tanto en el patio como en el anfiteatro, para acompañarla durante la hora y cuarto de velada musical.

La OSPA, con el pianista Simon Trpceski en primer término, durante el concierto de anoche.

Si el programa era atractivo, las figuras que debían sacarlo adelante no eran menos espectaculares. El pianista macedonio Simon Trpceski se metió en el bolsillo al público del Auditorio Príncipe Felipe desde el minuto uno. Muy efusivo en sus intervenciones solistas y disfrutando de su trabajo como un niño, encaró el concierto con solvencia, siempre manteniendo una pulsación muy nítida y bien ajustado a una agrupación asturiana concentrada y muy celosa de arroparlo en todo momento.

A modo de propina, ante los insistentes aplausos, ofreció el segundo movimiento (Allegro con brio) del “Trío para piano número dos en mi menor, op. 67”, también de Shostakóvich, acompañado por el principal de Violonchelos, Maximilian von Pfeil, y el concertino en la noche de ayer, Benjamin Ziervogel. Pero poco importó su ejecución aseada en una pieza tan compleja, pues el público ya había dictado sentencia desde que, antes de comenzar la propina, Trpceski se animara con unas palabras en castellano para expresar su felicidad ante su debut en Oviedo. También agradeció a la familia del director venezolano Ilych Rivas, a quien dedicó este trío a modo de propina, que le prestaran algo de ropa tras extraviarse sus maletas en el viaje a Asturias y terminar en Bilbao. La pintoresca anécdota concluyó con un “gracias a él he tocado así de guapo” que el público agradeció entre carcajadas y aplausos.

En la segunda de las obras del programa, la “Cuarta Sinfonía” de Chaikovski, el director Paolo Bortolameolli emergió y se agigantó sobre el pódium para manejar a una OSPA muy acertada en cada una de sus secciones. Supo extraer un color adecuado y plegarse a cada uno de los múltiples registros que aglutina esta poderosa obra sinfónica, con gesto claro y dirección alta y precisa. El asociado director de la Filarmónica de Los Ángeles y mano derecha de un Gustavo Dudamel al que se podrá ver dentro de poco en la capital del Principado, se mostró, al igual que la orquesta, muy sólido y seguro en cada uno de los pasajes sinfónicos y evidenció el duro trabajo semanal de la OSPA que volverá al Auditorio el día 23 de este mes con el Concierto de San Juan.