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Canteli: “Pido a la juventud que se comporte para que no vuelva a cerrar la noche”

El grafitero y su amigo detenidos la madrugada del sábado, langreanos, aceptan cuatro meses de cárcel por revolverse contra la Policía Local

José Ramón Prado, a la izquierda, y Alfredo Canteli, ayer, bajo los arcos del Ayuntamiento. | LNE

El Alcalde de Oviedo, el popular Alfredo Canteli, lamentó ayer la batalla campal formada en la plaza del Paraguas y sus alrededores durante la noche del pasado sábado. La algarada se saldó con la detención de dos jóvenes de 20 años y con un subinspector de la Policía Local herido tras una lluvia de botellazos, de la que fueron responsables una decena de jóvenes que lanzaban desde la parte baja de la plaza a la calle Ecce Homo. Allí, un grafitero y un amigos permanecían retenidos tras revolverse contra la Policía. “Pido a la juventud que se comporte para que no vuelva a cerrar la noche”, dijo en referencia al daño que suponen estos episodios a la reapertura del ocio nocturno tras varios meses de inactividad a causa del virus. Al tiempo que el alcalde hablaba, los dos arrestados, vecinos de Langreo, reconocían los hechos ante la juez y aceptaban cuatro meses de prisión.

Canteli reivindicó el derecho de los jóvenes a disfrutar de su tiempo libre, pero, eso sí, siempre que respeten las normas. “Si quieren salir tiene que haber orden y comportamiento”, indicó para, seguidamente, mostrar cierta decepción tras lo ocurrido en un fin de semana marcado por el buen tiempo y la posibilidad de disfrutar del ocio nocturno hasta las tres de la madrugada. “La juventud, en la cual creo de verdad, cuando hace estas cosas me mete en una pequeña duda. Espero que no vuelva a pasar”, dijo con un tono de enfado contenido.

Canteli se pronunció bajo los arcos del Ayuntamiento mientras en el juzgado de guardia eran sometidos a juicio rápido el grafitero cazado haciendo una pintada en la Casa Sacerdotal que trató de zafarse de la Policía Local dando un puñetazo a un agente y el amigo que salió en su defensa empujando a otro policía cuando lo estaban reduciendo en la calle Ecce Homo. Los dos jóvenes, vecinos de Sama de Langreo, reconocieron los hechos y aceptaron una condena de cuatro meses de prisión. No obstante, en el caso del grafitero, este se enfrenta a una sanción administrativa que podría alcanzar los 3.000 euros. El cuerpo municipal sospecha que podría ser autor de más pintadas de las muchas que pueblan las paredes del Antiguo y su detención supone una oportunidad para tratar de desenmascararle e imponerle “una sanción ejemplar”, según indicó el concejal de Seguridad Ciudadana, José Ramón Prado.

Sobre los responsables del lanzamiento de botellas que acabó con el traslado de un agente local al HUCA con una brecha en la cabeza poco se sabe. Ninguno de ellos pudo ser identificado en el lugar de los hechos, pues el tumulto se disolvió después de que un agente de la Policía Nacional de paisano pegase un tiro de fogueo al aire con una escopeta “Franchi”. De todos modos, la investigación no está cerrada y hay alguna pista que podría llevar a dar con los presuntos agresores, pues se está buscando a cuatro varones que rompieron el cristal de un bar cerrado de la plaza y se metieron en el interior para fumar y beber, siendo filmados por una cámara de vigilancia.

A este respecto, los hosteleros de la plaza del Paraguas alertaban ayer de que los problemas de seguridad en la zona vienen repitiéndose desde hace unos meses para acá. “Vienen a hacer botellón y consumir gas de la risa, se ponen tontos y nos espantan a muchos clientes”, advertía un hostelero en relación a un conflicto de los que ya dieron cuenta a la Policía Local justo antes del fin de semana. “Contamos con el apoyo del Ayuntamiento, pero tampoco pueden pasarse la noche aquí”, indica un empresario, confiado en que la situación se pueda revertir a raíz de la alarma generada por el suceso de la noche del pasado sábado.

Por otro lado, un bar de la calle Ecce Homo denunció también la rotura de un cristal provocada durante el lanzamiento de objetos a la Policía. “Por suerte estábamos cerrados y no llegó a entrar nadie dentro”, indicaba un trabajador del local, ayer a mediodía, mientras barría los restos de cristales que quedaban todavía en el suelo.

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