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Piquer: “Evaristo Valle decía que París no tenía luz y Asturias sí”

La historiadora del arte cierra el ciclo de charlas de Bueño con una ponencia sobre el tratamiento del paisaje en la obra del pintor

Gretel Piquer, ayer, durante su conferencia en Bueño. | Miki López

El Ciclo de Charlas de Primavera del Centro de Interpretación del Hórreo de Bueño, en Ribera de Arriba, se cerró ayer con un broche de oro. La historiadora del arte Gretel Piquer Viniegra puso la guinda a las jornadas después de ocho sesiones con una conferencia titulada “Retrato de Asturias, por Evaristo Valle”, una charla en la que la ponente –responsable del archivo y documentación del museo gijonés dedicado al pintor– explicó cómo el artista fue capaz de liberar definitivamente el género pictórico del paisaje en la región de los modos del realismo decimonónico gracias a las vanguardias de las que se empapó en el París de principios del siglo XX. “La influencia francesa se ve en esos primeros paisajes en los que la iluminación no se centra en el lugar en el que están las figuras, sino en las cumbres lejanas o en otros puntos del lienzo”, explica la experta.

No obstante, según Greta Piquer, el pintor asturiano echaba en falta los escenarios que tenía en casa cuando se estaba formando en Francia. “Siempre decía que París no tenía luz y que solo se podía pintar una hora al día. Echaba de menos la luz que tenían Asturias” asegura la ponente, que aprovechó la conferencia para desmentir algunas leyendas sobre el artista. “Se llegó a decir que Valle no se había ido a París con la pensión que le dio el Ayuntamiento de Gijón para formarse porque los paisajes que pintaba eran muy asturianos. Se dijo que ‘La promesa’, un cuadro que le envió al Ayuntamiento como pago, lo pintó desde Noreña, pero nada más lejos de la realidad”, afirma Gretel Piquer. “Lo que pasa es que les pedía a sus familiares que le enviasen postales y que también trabajaba con la memoria. Nunca plantaba el caballete delante de un paisaje, sus paisajes eran la suma de muchos paisajes”, añade.

La conferenciante también explicó que en los paisajes que pintaba Evaristo Valle se podían ver reflejados todos sus intereses artísticos, sus ideales políticos y sociales y, por supuesto, el amor por una Asturias de la que nunca ofrece localizaciones concretas, pero que siempre es perfectamente reconocible. “Valle es de los pocos pintores de su generación que regresa a Asturias para quedarse. Vivió siempre aquí y les sirvió como ejemplo a los jóvenes pintores de la época”, dice la historiadora del arte.

Entre otras muchas cosas, después de hacer un repaso por toda la carrera de Valle, Piquer citó las crónicas periodísticas de contemporáneos de Valle, como el gijonés José Díaz Fernández, que lo presentaba como “el pintor de los temas universales, de los labriegos que arruinó el fisco, las campesinas feas que destrozó la maternidad, el hambre, el hambre y la enfermedad, de los nuevos ricos, de los parias”. Para finalizar, Gretel Piquer explicó que Evaristo Valle no dejó de pintar ni siquiera durante la Guerra Civil y que, para salir de las dificultades económicas que trajo consigo el conflicto, “vendía obras de pequeño formato en los mercados a quinientas pesetas”.

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