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Un vivero de talento

La jovencísima Henar Fernández deslumbra en el Auditorio con un repertorio atractivo y complejo

Henar Fernández, al piano en su concierto en el Auditorio. | Irma Collín

Obsequiada con un ramo de flores y tan radiante como el Steinway que presidía la abarrotada sala de cámara del Auditorio Príncipe Felipe. Así finalizó Henar Fernández Clavel su recital, patrocinado por el Ayuntamiento de Oviedo y organizado por la Asociación Cultural “La Castalia”, ante un público que le tributó prolongados aplausos y se rindió al saber hacer de la joven pianista avilesina, de tan solo 15 años, desde que, tras la primera pieza, se dirigiera a los asistentes y les brindara un cálido agradecimiento por su presencia, reconocimiento que también hizo extensible a Begoña García-Tamargo (directora de “La Castalia”) o a su profesora de piano en el Conservatorio “Julián Orbón” de Avilés, Lucía González Pérez. Pero sería la emotiva dedicatoria del concierto a su tía Flor, recientemente fallecida, la que elevaría los decibelios de los aplausos y terminara de conquistar a un público que agotó las localidades a los pocos minutos de salir a la venta.

El programa constaba de dos partes bien diferenciadas. La primera de ella estaba formada por obras de compositores como Beethoven, Bach, Mendelssohn, Chaminade, Clara Wieck o Saint-Saëns, mientras que la segunda se reservó, acertadamente, a piezas de una estética similar y de un carácter más español de la mano de Albéniz, Turina, Falla, Granados o Lecuona, un repertorio que dominó a las mil maravillas. En su interpretación, seguramente habría sido necesario un punto más de calma en algunos pasajes concretos, como por ejemplo en la Sonata op. 13 n.º 8 “Patética” (primer movimiento) de Beethoven, a fin de recrearse en las resoluciones armónicas y paladear algo más sus momentos de exquisito lirismo, una delicadeza y atmósfera intimista que sí logró en el “Nocturno op. 6 n.º 2” de Clara Wieck. Ahora bien, esto es sin duda fruto de su juventud y se terminarán puliendo estos detalles.

La segunda mitad, siempre bajo un semblante de concentración y seguridad impropio en alguien de sus años, gustó particularmente al público: melodías profusamente ornamentadas, simulación del rasgueado de la guitarra, presencia fundamental del ritmo, cadencias frigias y todos los ingredientes que han conformado el imaginario colectivo que representa “lo español”. Fernández Clavel supo ejecutar con solvencia esta segunda parte exigente, pintando en cada una de las obras un universo colorista gracias a la paleta sonora que extrajo del piano. Excelente interpretación de “Rumores de la Caleta” de Albéniz y notable articulación de la “Malagueña” de Lecuona, muy equilibrada y exhibiendo su multiplicidad de registros ante un público hechizado al que se le hizo corta la hora y media de recital.

A modo de propina, Henar sorprendió a los asistentes con la “Milonga del Ángel”, de Ástor Piazzolla, bandoneonista y compositor argentino del que se celebra el centenario de su nacimiento, y la “Danza ritual del fuego”, del gaditano Manuel de Falla, clausurando con éxito otra actividad más organizada por ese vivero de talento que parece ser “La Castalia”, cuyo vigésimo aniversario se atisba ya en el horizonte, y que continúa, aun sin ayudas por parte de la Administración, firme en su afán de apoyar a los compositores, cantantes e instrumentistas asturianos y formados en nuestra tierra como el caso de Henar, pianista de aptitudes inmejorables y brillante porvenir que, el pasado sábado, rindió la sala de cámara del Auditorio ovetense ante su elevado nivel.

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