El trabajo que queda por hacer en el museo de Bellas Artes de Asturias se circunscribe a un edificio de servicios, es una reforma que tiene que ver más con lo funcional que con lo espacial y que, sobre el plano, se traduce en 1.800 metros cuadrados de superficie útil y 1.350 construida. Con esos datos, el arquitecto navarro Patxi Mangado, autor de este proyecto varias veces premiado, calcula que la ejecución de los trabajos puede durar unos quince meses. “Es un edificio estratégicamente importante pero es pequeñito”, resume.
Los detalles habrá que verlos cuando se tengan más datos del proyecto, de si el presupuesto se corresponde a una anualidad o dos, y de más flecos que la Consejería de Cultura tendrá que determinar. De momento, Mangado sabe lo que se ha publicado en prensa y confía en que tras el anuncio de la ministra Reyes Maroto en Oviedo, la segunda fase de la ampliación eche a rodar cuanto antes.
Algo escéptico con lo que rodea los proyectos que vienen apoyados en la lluvia de millones procedente de Europa, como este caso, financiado con los fondos Next Generation, Mangado “se congratula”, como no puede ser de otra forma, de la posibilidad de concluir un trabajo que inició hace más de catorce años.
La llamada “segunda fase”, explica “cumple estupendamente los requerimientos y las necesidades del museo”. Y eso es así porque durante los últimos meses del año pasado y los primeros de este el arquitecto y su equipo han estado en contacto con la Consejería de Cultura y con el museo para reajustar el proyecto y actualizar el presupuesto. “Soy consciente”, añade, “de que el departamento de Cultura del gobierno de Asturias lleva unos meses interesándose y gestionándolo”.
Mangado se muestra especialmente contento de poder rematar un proyecto, el de la ampliación, que ha demostrado su éxito durante estos años: “Han ido incrementándose sus fondos, con la sensacional colección Arango, ha consolidado su condición de ser una de los cinco grandes pinacotecas de España, ha aumentado el número de visitas y la nueva dirección se ha mostrado muy dinámica y con una gestión muy activa; eso es importantísimo”. El arquitecto lo resume de forma muy gráfica: “El museo ha dado un salto cualitativo importante; ya tenía antes una colección extraordinaria, pero ahora no solo la tiene sino que además lo parece”.
En lo relativo a la actualización del presupuesto de la segunda fase, que asciende ahora a 5,884 millones de euros con IVA, Mangado explicó que a los cambios sustanciales en el proyecto, como una ampliación del montacargas, se añade la actualización de precios y el incremento de costes por la desaparición de las subcontratas en el tejido industrial.
“El retraso permitió, al final, un proyecto más preciso”
Una de las claves de la segunda fase de la ampliación, explica Patxi Mangado, es que, a pesar de los retrasos, ese paréntesis temporal ha sido bueno “para ser más precisos en las necesidades, porque hemos hecho modificaciones derivadas del conocimiento de la actividad diaria en el museo. Se han visto los requerimientos y se ha actualizado el proyecto”, resume
Así fue como, por ejemplo, se pasó de un montacargas de 5x3 metros a otro de casi el doble de capacidad y en el salón de actos también se han realizado algunas modificaciones. Lo fundamental de la obra son las zonas de almacenamiento y de acceso de las obras, aspectos vitales desde el punto de vista interno que el visitante no apreciará pero que permitirán una gestión más eficaz. En la planta baja del nuevo edificio de servicios estará esa sala. En el resto de los niveles se ubicará la zona administrativa, la de restauración y alguna zona de exposiciones.