Una etiqueta naranja adorna la subida que realiza con facilidad la pequeña Sofía Suárez. Lleva media vida colgando de las rocas y asciende y desciende con naturalidad por las paredes blancas del Roko, el rocódromo que acaba de abrirse en La Tenderina. Ese color naranja advierte de que las presas que sirven de peldaños a la joven ovetense no son aptos para todos los públicos. También los hay verdes, asequibles para cualquiera o negros, reservados para los profesionales. El Roko, la instalación para escaladores con más superficie escalable de Asturias vivió ayer una jornada de puertas abiertas para los amantes de la escalada y también para aquellos que todavía están por enamorarse. “Empecé en Gijón, en el primer rocódromo que se abrió. Fui a un cumpleaños en el que estuvimos escalando y me gustó, así que empecé un cursillo allí. Después he ido a más sitios. Ahora vendré también aquí”, explicaba la niña.
La escalada es una actividad en auge en el concejo y en todo el país y cuenta desde el pasado jueves con su primer centro en Oviedo. El deporte no ha dejado de sumar adeptos desde que se abriese el primer centro en Gijón años atrás.
El Roko ha sido creado por Félix Ruiz, Cristina Jardón y David Fernández, tres grandes aficionados a este deporte, y se posiciona como la nave con más metros escalables de la provincia. Ayer, vecinos y deportistas venidos de otros puntos de la región pudieron disfrutar de una jornada de puertas abiertas. El rocódromo se encuentra en el barrio La Tenderina, y ofrece a los aficionados más posibilidades a la hora de realizar sus entrenamientos, además de impulsar la actividad.
“El color verde es para las subidas más sencillas y el negro para las más complejas. El naranja es el intermedio y el predominante, porque puede utilizarlo tanto un principiante como alguien profesional”, explicaba Félix Ruiz, fundador del rocódromo, a la vez que destacaba la importancia de este tipo de centros, que cuentan con un nivel inicial. “La escalada ha crecido en Asturias porque se están creando lugares como este, en los que se puede empezar de cero”, afirmaba el escalador.
La nave cuenta con una cafetería y aseos en su entrada. El espacio de escalada se separa en zona para niños de hasta diez años, zona de escalada con cuerdas, zona general y zona de entrenamiento, aún pendiente de ser ampliada, que cuenta también con máquinas y una jaula para hacer calistenia y está pensada para que profesionales practiquen para escalar en roca.
Además del factor deportivo de la actividad, Félix destacaba el social. “Si tienes una rutina de entrenamiento, sueles hacer amigos, porque si no te sale algo y te encuentras con alguien habitualmente, te va a ayudar”, explicaba el dueño del local.
La seguridad es primordial en el centro, que está comprometido con reducir al mínimo las posibles lesiones en la realización de la actividad. Para ello, la escalada con cuerda requiere la realización de un examen para controlar el conocimiento, ya que exige la coordinación de dos personas, y la altura de las subidas para principiantes es inferior para reducir el impacto ante una posible caída. Los más pequeños tienen su propia zona por e mism motivo.
“Lo mejor de tener variedad es que si llegas hasta determinado nivel de dificultad en un rocódromo, puedes cambiar a otro y encuentras cosas diferentes de tu nivel”, explicaba Nicolás Carneado, escalador desde hace once años. “Iremos alternando. Somos de Oviedo, así que se agradece poder escalar también aquí. Antes íbamos siempre a Gijón”, contaban Marta de la Vega e Irene García, dos jóvenes que se aficionaron a la actividad un año atrás.