La ciudad despidió ayer a uno de sus carbayones más ilustres, a un “trocito de Oviedo”, como dijo ayer el propio alcalde, Alfredo Canteli, antes del funeral por Santos Muñoz Díez en la basílica de San Juan el Real. “Era un gran oviedista y un gran ovetense”, aseguró Canteli, amigo personal de un hombre que falleció a los 99 años dejando tras de sí una sobrada demostración de su amor por la ciudad. Santos Muñoz, que iba a cumplir un siglo en agosto, tenía la medalla de plata de la ciudad, era socio de honor de La Balesquida y llegó a ser un pilar fundamental dentro de la Sociedad Ovetense de Festejos (SOF). Por si fuera poco, el fallecido fue en su día directivo del Real Oviedo y era el socio de más edad del club de sus amores. “Sufría con su equipo del alma. Era auténtica pasión la que sentía por esos colores”, explicó el párroco Javier Suárez.

El actual presidente de La Balesquida, José Antonio Alonso, también es de los que piensa que con Santos Muñoz se va un pedazo de historia reciente de Oviedo. “Para nosotros es una gran pérdida. Su padre le hizo socio de La Balesquida en 1930, el año de la fundación”, comentó Alonso, que también tenía un vínculo personal con el fallecido. “Trabajaba con mi padre en el Banco de España y lo conocí cuando yo tenía cuatro años. Era una persona excelente. Era muy serio en su forma de proceder, pero a la vez también era alegre. Muy recto, pero muy agradable en el trato”, relató ayer. “Para él la botella de vino y el bollo de La Balesquida era algo sagrado. Todavía este mismo año se lo mandé a casa y me llamó al momento para agradecérmelo”, añadió José Antonio Alonso.

La familia de Santos Muñoz Díez lo va a recordar por siempre como una persona “entrañable y divertida”. Su sobrina Isabel Muñoz sostiene que su tío tenía “un código de honor inmejorable” y que era “muy religioso”, aunque a su vez “siempre tenía los pies en la tierra”. Ignacio Muñoz, otro de sus sobrinos, también habló maravillas del fallecido. “Era ovetense hasta la médula, historia de la ciudad”, sostiene.

Santos Muñoz Díez, feligrés de San Juan el Real, era amigo personal del sacerdote Javier Suárez, quien lo dejó muy claro durante la homilía. “Era una persona que se hacía querer. En este acto religioso, con el respeto que le profesamos, queda claro que ha cosechado toda bondad que sembró a lo largo de su vida”, dijo. “Era una persona enérgica y de buen criterio. Oviedo pierde una figura ejemplar”, aseguró el párroco de San Juan.

Santos Muñoz fue además un gran aficionado a la Ópera y a la Zarzuela. “Era un gran melómano”, explicó Javier Suárez, que lo recuerda como “una persona que se conformaba con muy poco y que siempre demostraba su elegancia”. El fallecido, nacido en Benavente y oriundo de Santurce, fue también uno de los fundadores del club de hockey Patín Cibeles. Formaba parte de una familia de cinco hermanos, hoy todos fallecidos. También había despedido hace unos años a su mujer, María Teresa Santos Olay. Pese a lo avanzado de su edad, todavía tuvo fuerzas, hace un año, para ponerse al frente de una campaña que reclamaba apoyo para que la sociedad protectora de la Balesquida no decayese y se pudiera mantener la tradición del Martes de Campo.

Juan Mesa, expresidente del Real Oviedo y actual responsable del museo del club azul, no dudó a la hora de afirmar que Santos Muñoz era uno de los aficionados más fieles. “Era una gran persona y a la vez un gran oviedista. Antes de la pandemia iba a todos los partidos y cada vez que nos veíamos hablábamos sobre la historia del club, de la cual era un gran conocedor”, expuso Mesa. “Está claro que se ha ido todo un icono del oviedismo. Siempre demostró su amor por los colores, hasta el último día”, concluyó el representante del equipo de la ciudad.