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Menéndez-Graíño: “Hacer Medicina fue una decisión romántica: era esto o Arquitectura”

El cirujano repasa su trayectoria y la evolución de la disciplina en su discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina y Cirugía del Principado

Francisco Menéndez-Graíño, durante su discurso de ingreso en la Academia.. | Luisma Murias

En el siempre complejo tránsito entre la secundaria y la facultad, Francisco Menéndez-Graíño se encontró en una encrucijada. “Hacer Medicina fue una decisión románica y dubitativa, no lo tenía claro: Medicina o Arquitectura”, reveló ayer el cirujano plástico. Aquella decisión, aquella elección romántica por la Medicina, fue el inicio de una sólida trayectoria que le ha consolidado como un referente nacional en su especialidad. Una carrera, la de la cirugía plástica, en la que ayer se incorporó un nuevo jalón, con el ingreso de Menéndez-Graíño como Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina y Cirugía del Principado de Asturias.

La esposa de Menéndez-Graíño, Pía Portilla, y su hijo, Fran, atienden al discurso del cirujano, ayer. | LuismaMurias

El acto generó una gran expectación dentro del ramo. Se notó en el Colegio Oficial de Médicos, cuyo salón de actos, minorado por las restricciones para prevenir el contagio por covid, se quedó pequeño ante la gran afluencia de personas que acudió.

En la mesa comparecían, además de Menéndez-Graíño, el presidente de la Academia, Julio Bobes; de la vicepresidenta del Colegio de Médicos, Elisa Seijo Zazo; del Alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli; y el académico Alfonso López Muñiz, compañero de promoción del cirujano y encargado de presentar su acto. En su exposición, López Muñiz trazó una semblanza, cariñosa y minuciosa al tiempo, de Menéndez-Graíño. “Nuestro apreciado Paco”, señaló, “de porte distinguido, indumentaria cuidada y voz modulada, es una excelente persona en quien, tanto los compañeros como los pacientes, han encontrado siempre su proximidad y entrega”.

Francisco Menéndez-Graíño comenzó su intervención agradeciendo la invitación de la Academia y el apoyo perenne de su familia, en especial de su esposa, Pía, de sus hijos, Pía y Fran. “Sé que les robo muchas horas de vida familiar trabajando y estudiando, sentado delante del ordenador o viajando, lo comprenden y me apoyan. Os quiero”, señaló el cirujano.

Acto seguido, Menéndez-Graíño repasó sus años de formación, destacando a una serie de personas que marcarían su trayectoria. Primero, el profesor Enrique Martínez, Catedrático de Patología Quirúrgica y director de la tesis del cirujano, y Ricardo de Manuel, que le impartió Cirugía Plástica en la Universidad de Oviedo, dirigiéndole hacia la especialidad. También Carmen Pena y Pilar Izquierdo, a las que conoció durante el MIR y con las que se asociaría posteriormente, cuando abrieron una consulta privada. Y por último, a David Robla, que se incorporó a esa misma consulta tras las jubilaciones de las doctoras Pena e Izquierdo.

Tras esta presentación, Menéndez-Graíño comenzó su discurso de ingreso, “La cirugía plástica, reparadora y estética, del siglo XX al XXI”. Fue una clase magistral en la que el ya académico trazó la evolución de la disciplina en los cuarenta años que lleva ejerciendo.

“Los cirujanos plásticos trabajamos todo el cuerpo, tenemos que innovar, buscar soluciones a nuevos problemas, nuevos retos, y estudiar más y más. Pensemos, además, que compartimos zonas corporales con muchas otras especialidades que van a asimilar y utilizar como suyas técnicas de cirugía plástica. No podemos pararnos, necesitamos seguir avanzando”, explicó. Cara al futuro de la disciplina, Menéndez-Graíño avanzó que la excelencia pasa por la especialización. “Nosotros no podemos ser cirujanos expertos en todas las ramas o secciones de la Cirugía Plástica. Si queremos dar lo mejor de nosotros tendremos que superespecializarnos en eso que queremos hacer”, concluyó.

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