Miles de personas han pasado ya por la exposición “Santullano, viaje al siglo IX”, la muestra de LA NUEVA ESPAÑA centrada en el gran templo del primer peregrino que organiza el Ayuntamiento de Oviedo dentro de su programa de actividades culturales de promoción de Oviedo como origen del Camino de Santiago, subvencionado por el Gobierno del Principado. Cada visitante extrae su propia visión al hacer un viaje sensorial hasta el siglo IX, impregnándose de los olores de la época o escuchando los sonidos que caracterizaban a la etapa que vio reinar a Alfonso II. Sin embargo, la mirada cambia si a esas experiencias sensitivas las acompaña una explicación desde una perspectiva histórica, como la que puede ofrecer el profesor de la Universidad de Oviedo Lorenzo Arias, historiador del arte especializado en el Prerrománico asturiano, que ayer acompañó a LA NUEVA ESPAÑA en un recorrido por una muestra que afronta sus últimos días abierta: se clausura este domingo.

Arias siguió un método de razonamiento inductivo, es decir, partiendo de lo general para acabar en lo más concreto. Comenzó por aclarar un aspecto fundamental de la basílica construida por Alfonso II: estaba situada extramuros a la ciudad de Oviedo. “Se encontraba fuera del recinto amurallado. Ahora la vemos aislada, pero en su origen contaba con un conjunto de dependencias que completaban su extensión”, explica. Es algo que se aprecia en el panel de los sonidos, donde se escucha el trajín de monjes y soldados, el relinchar de los caballos y los cánticos religiosos. Y también en el de los olores, donde se pueden percibir los aromas del mercado y las esencias que flotaban en la iglesia.

Visitantes en la zona del tacto.

Hay dos conceptos inseparables de la historia del templo. La perspectiva es uno de ellos y, en el caso de la basílica, se sigue un sistema sintético. “La perspectiva es la magia de Santullano”, comenta Arias. La otra idea esencial gira en torno a la pintura al fresco: “Lo fundamental en esta técnica es pintar encima del enlucido aún tierno, para que se absorba la pintura”, explicaba el historiador. La exposición “Santullano, viaje al siglo IX” permite no solo contemplar las pinturas tal cual estaban en origen, también conocer su textura a través del tacto, como también la de los ropajes de la época o las joyas del Reino de Asturias.

Las paredes de la basílica tienen mucho que contar. Lorenzo Arias diferencia tres partes en los prodigiosos frescos, el conjunto de pintura mural altomedieval más importante de Europa Occidental. “La zona baja, la terrenal y el paraíso son claves”, señala. La parte baja, la más próxima al suelo y a los fieles, según explicó, es una imitación de mármoles. “La franja central, es decir, la terrenal, cuenta con pinturas de edificios que representan al conjunto urbano de las sedes regias de la ciudad”, sostiene. Y es que, al no haber especificación de ningún tipo, no se puede concretar mucho más, no saben si las pinturas de ese sector hacen referencia a una iglesia o a una ciudad. La región más alta y cercana al techo, de ahí que se considere el paraíso, cuenta con velos rojos y una arquitectura funeraria. “A pesar de tener un toque fúnebre, acaba revirtiendo en una representación del paraíso”, apunta Arias.

Las trompetillas iconográficas del panel dedicado a los sonidos.

No todo lució siempre de la forma en que hoy lo hace. Y es que, en el siglo XIX, Santullano se abovedó en el centro y en los laterales, un error que acabó siendo remendado por Fortunato de Selgas. “Puso 75.000 pesetas de su bolsillo y restauró junto a un arquitecto la basílica. Quitó con sumo cuidado esas bóvedas que se habían puesto, siendo consciente de que debajo había pinturas”, explica Arias.

Lo que permite “Santullano, viaje al siglo IX” en su último espacio expositivo es precisamente ver una reconstrucción digital de esas prodigiosas pinturas murales tal y como lucían en el siglo IX. Mediante un ingenioso sistema a través de códigos QR, las vistas de aquel Santullano original se cargan en el propio móvil del visitante, que se convierte así en una ventana al pasado avalada por los expertos y que fascina, incluso, a los más profundos conocedores de la época de Alfonso II.