En la mesa del despacho de Berta Avello Fernández no cabían ayer más ramos de flores. La responsable de la escuela infantil Mafalda, la primera profesora para generaciones enteras de ovetenses, cerró ayer para siempre la mítica guardería del Cristo después de 42 años ininterrumpidos de trabajo. Sus primeros alumnos entraron por la puerta en septiembre de 1979 y algunos de ellos, como es el caso de María Grueso, acudieron ayer a buscar a sus hijos y a despedirse de una mujer que ayudó a muchos niños de Oviedo a dar sus primeros pasos educativos. Berta Avello calcula que fueron alrededor de 1.400 a lo largo de todo este tiempo. “Es un día triste. Cada persona que viene me hace llorar. Son muchos años y muchos sentimientos”, explica la mujer, que no puede evitar emocionarse cada vez que echa la vista atrás.

La cocinera Dori Valdés, a la derecha, abraza a la cuidadora Alejandra Álvarez. | L. Murias

Berta Avello abrió la escuela cuando tenía 23 años. Ahora tiene 65 y ha decidido jubilarse por varios motivos. “Por un lado, creo que ya ha llegado la hora, pero también es verdad que este año, con el tema de la pandemia, ha sido el peor de toda mi vida laboral”, explica Avello. “Ha sido un año difícil a todos los niveles. Además de tener que estar cerrados durante un tiempo, no recibimos ni una sola ayuda económica por parte de las administraciones y así no es fácil poder continuar. También se nota la caída demográfica, ahora hay muchos menos niños”, afirma. “No obstante, prefiero quedarme con todos los buenos momentos que hemos vivido”, añade.

Arriba, de pie y por la izquierda, Nuria García, Curro Ferrao, Alejandra Álvarez, Naia García y Berta Avello. Agachados, Lucas García, Jenni Arias, Martín Gómez, Saúl Santoveña, Ana Fernández, Lola González, Gabriela Fueyo, Ariadna López, Teo Moro y Alexandra Cachero. Sentada, Maite Ben. | Luisma Murias

Por el chalé de la escuela infantil Mafalda pasaron muchas familias del barrio, pero también tuvo alumnos de otras partes de Oviedo y de otras zonas de Asturias. Estar justo al lado del viejo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) contribuyó mucho a generar esa diversidad. “Cuando funcionaba el hospital había muchos trabajadores de otras partes de la región que traían a sus hijos y los dejaban aquí durante toda su jornada. Antes, con el HUCA en plena efervescencia, abríamos a las siete y cuarto de la mañana y salíamos pasadas las ocho de la tarde”, recuerda la mujer, que siempre ha seguido la línea pedagógica de las escuelas públicas. “Nosotros damos un servicio asistencial, pero también educativo”, recalca.

Algunas cosas han cambiado desde que la escuela infantil Mafalda abrió sus puertas. “Si a un niño de los del año 1979 le hubiésemos dado una tablet le hubiese parecido un objeto de ciencia ficción; sin embargo, los de hoy en día son capaces de coger un teléfono móvil y poner una canción que les gusta con dos años”, dice Berta Avello. “No obstante, aquí seguimos haciendo hasta el último día muchas cosas que ya hacíamos por entonces. Como tenemos jardín, siempre que el tiempo lo permite los niños están al aire libre. Les enseñamos a cuidar de las flores o a ver cómo se mueve una hormiga. Les encanta”, asegura la mujer, que puede presumir de ser la que más años seguidos estuvo trabajando de todas las de su gremio. “No quiero equivocarme, pero creo que soy la más antigua de Asturias”, señala.

A medida que pasaba la mañana de ayer, las pequeñas perchas de la guardería se iban quedando vacías y los más pequeños disfrutaban de la última siesta en la sala de dormir de la escuela infantil del Cristo. Cada padre que llegaba a por un niño se fundía en abrazos con Berta Avello y su equipo de cuidadoras, que tampoco podían contener las lágrimas. “Algunos de mis alumnos son hoy en día médicos, abogados y, sobre todo, buenas personas. Otros, tristemente, incluso ya no están entre nosotros. He estado aquí toda mi vida y despedirme es duro, pero la vida es así”, subraya Avello, resignada pero feliz por el trabajo realizado durante más de cuatro décadas.