Mucho ojo, los cacos andan al acecho por el barrio de Teatinos. Al menos eso es lo que denuncian varios vecinos de la zona, que se han encontrado con testigos de plástico en sus casas, unas pequeñas marcas de tamaño inferior a una uña que los ladrones colocan entre la puerta y el marco para comprobar si esa vivienda puede convertirse en un objetivo. Esos testigos les sirven a los delincuentes para saber si hay gente en la vivienda o si la familia, por ejemplo, se ha ido de vacaciones: si la señal continua en su lugar pasados unos días significa que nadie ha entrado ni salido del piso y que hay vía libre. “En el piso de mis padres pusieron un precinto en la puerta. He llamado a la Policía y me han dicho que es una marca para comprobar pisos vacíos y entrar a robar. Mucho cuidado”, advierte una vecina del barrio a través de las redes sociales. “Era un precinto naranja con un número”, añade para más señas.

El “modus operandi” que se ha detectado en Teatinos no es nuevo para los vecinos de Oviedo. En los años 2017 y 2018 fueron varias las bandas de “asaltapisos” procedentes de Georgia que hicieron cundir el pánico entre la población de la ciudad. Los delincuentes aprovechaban las vacaciones de muchas familias para actuar y también marcaban sus objetivos con pequeños testigos de plástico. El método que usaban para abrir las puertas es conocido como “bumping”, una técnica que consiste en insertar una llave en la cerradura, realizada con la posición más baja a la que llegan los cilindros o pistones que conforman el cierre, y golpearla con un objeto, consiguiendo que las piezas se separen y se libere el giro de la llave.

Los expertos recomiendan instalar una cerradura que disponga al menos de tres puntos de anclaje al marco de la puerta (superior, inferior y lateral). Las cerraduras con llave de seguridad con código único en Europa o cerraduras con cerrojo de control, muy útiles para ausencias prolongadas, incrementan la seguridad.