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Adiós a un referente de la hostelería ovetense: muere Isolina Beltrán, el alma de Marchica

“Era una mujer inteligente y echada p’alante”, dicen los allegados de la fallecida, que habría cumplido 90 años a finales de este mes

De arriba abajo, familiares de Isolina Beltrán, ante su féretro: por la izquierda, Luisa Suárez Beltrán, Patricia Bernaldo de Quirós, Ramón Suárez Beltrán y su esposa, Ana González. Torrente Ballester y Alberti, en el local; y una fotografía de la sidrería. En el círculo, Isolina Beltrán, con sus hijos Luisa y Ramón. | |

Oviedo llora la pérdida de todo un referente de la historia hostelera de la ciudad. Isolina Beltrán, copropietaria junto a su marido Ramón Suárez de la desaparecida sidrería Marchica, falleció este miércoles, tras sufrir un accidente doméstico en su casa. Por su capilla ardiente, que está instalada en el tanatorio del Salvador, han pasado cientos de antiguos clientes y empleados del establecimiento, que cerró sus puertas en 1999.

F. T. / LNE / Familia Suárez Beltrán Franco TORRE

Isolina Beltrán y Ramón Suárez se iniciaron en la hostelería en Luarca en 1951. Ese año contrajeron matrimonio y abrieron el bar Sport, que regentaron durante cinco años. En 1956, se trasladaron a Oviedo y fundaron junto a un socio la sidrería-marisquería Marchica, en Doctor Casal, frente a la iglesia de San Juan El Real. Un negocio que a los pocos años ya sería de propiedad exclusiva del matrimonio y que, en las décadas siguientes, introduciría diversas innovaciones en el sector y crecería hasta convertirse en uno de los establecimientos de referencia, y más exitosos, de la capital.

“Fue de los primeros en asociar una sidrería con un comedor e introdujo novedades como el Bar Rojo, un modelo de estilo pub inglés, y el Comedor Rojo, un restaurante que llegó a tener cinco tenedores”, explican sus hijos, Luisa y Ramón Suárez Beltrán. El Marchica Rojo, de hecho, se convirtió en uno de los locales más “chic” de Oviedo, y punto de encuentro de la intelectualidad de la época. Pese a todo, el matrimonio Suárez Beltrán jamás perdió de vista sus raíces. Tanto es así que el fallecido José Ignacio Gracia Noriega llegó a definir el Marchica, en las páginas de este periódico, como “la gran representación gastronómica de Luarca en la capital del Principado”.

Adiós a un referente de la hostelería ovetense: muere Isolina Beltrán, el alma de Marchica

Durante todos esos años, Isolina Beltrán formó una perfecta sociedad con su marido en la gestión del negocio, con ella llevando las cuentas y las relaciones con los proveedores, además de recibir a los clientes en el restaurante.

El éxito del modelo fue mayúsculo. “En Marchica, en apenas 25 metros y apenas separados por unos tabiques, te podías encontrar a un mendigo que pidiera limosna en San Juan tomando un caldo, y a la Familia Real comiendo en el restaurante, al mismo tiempo. Y todo se hacía con una naturalidad total”, relata Ramón Suárez Beltrán. Por aquel establecimiento, añade Luisa Suárez, pasaron “multitud de premios ‘Príncipe de Asturias’, Severo Ochoa, que era cliente habitual, escritores como Rafael Alberti y Gonzalo Torrente Ballester o artistas como Montserrat Caballé y José Carreras”. “El Marchica era lugar de visita obligada para todos aquellos que llegaban a Oviedo”, añade Ramón Suárez.

Adiós a un referente de la hostelería ovetense: muere Isolina Beltrán, el alma de Marchica

El carácter de Isolina Beltrán fue fundamental para forjar el éxito del negocio. Tanto su familia como los conocidos de la difunta la definen como una mujer “inteligente, con temperamento, emprendedora, amiga de sus amigos, muy avanzada para su época y, en definitiva, echada p’alante”.

Con la jubilación de los fundadores, su hija Luisa se hizo cargo del negocio. Ramón Suárez falleció en 1993, y seis años después el negocio se vio abocado al cierre debido a un problema urbanístico. “El negocio iba bien, teníamos 33 empleados, casi todos con más de 15 años trabajando con nosotros, y al menos una decena con más de treinta años. Pero se declaró el edificio en ruina económica, nos hicieron un desahucio urbanístico, ante el que no pudimos hacer nada”, relata Luisa Suárez. Una circunstancia que fue traumática para propietarios, empleados y clientes. “Éramos todos una familia”, señala Luisa Suárez, que esta mañana agradecía el respaldo de toda esa gente ante la pérdida de su madre, el alma de Marchica. El funeral por su alma se desarrollará en la intimidad familiar.

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