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Sancta normalidad: la Catedral de Oviedo cierra el jubileo con una misa multitudinaria

Jesús Sanz: "Bienvenida la fiesta que redime y recoloca la andadura cotidiana en donde nos lo jugamos todo a diario"

Misa de San Mateo en la Catedral de Oviedo.

La devoción volvió a mover multitudes en Oviedo. La Catedral cerró este día de San Mateo el Jubileo de la Santa Cruz con una misa presidida por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz, en la que el templo mayor de Asturias lució como antes de la pandemia, salvo por las ubicuas mascarillas. La Sancta Ovetensis abrazó la nueva normalidad, y en la catedral no cabía un alma más, llenos los bancos, las sillas dispuestas en las naves laterales y hasta la capilla del Rey Casto. Junto a las puertas, decenas de fieles seguían de pie la misa, y hasta el pórtico estaba abarrotado durante la celebración. "Bienvenida la fiesta que redime y recoloca la andadura cotidiana en donde nos lo jugamos todo a diario", señaló monseñor Sanz en su homilía, antes de afirmar que "San Mateo nos ayuda en el reconocimiento de Jesús que también a nosotros nos enseña a mirar las cosas y abrazarlas con su misma entraña".

Era día grande en Oviedo y se percibía en la afluencia de gente, en esos trajes de domingo sorprendidos de salir a pasear un martes, y en la afluencia de autoridades municipales que penetraron en la catedral, con el alcalde, Alfredo Canteli, a la cabeza. Le flanqueaba la mayor parte del equipo de Gobierno popular-ciudadano, con el añadido de Cristina Coto, la portavoz de Vox. Del otro lado del espectro político no había rastro.

La misa siguió el patrón de las otras siete eucaristías del Jubileo, aunque la presencia de sacerdotes era mayor, al incorporarse curas llegados de toda Asturias a la celebración. El organista de la catedral, Guillermo Martínez, y la Schola Cantorum, a los que Jesús Sanz dedicaría unas sentidas palabras de agradecimiento por su constancia durante todos estos meses de pandemia, pusieron su talento al servicio de una misa cargada de simbolismo, por cerrar la Perdonanza del 1.200 aniversario de la consagración del primer altar de la Catedral, y por lo que supone de recuperación de los espacios compartidos que el covid ha secuestrado durante año y medio. Definitivamente, era día grande en Oviedo.

"Parece que hemos hecho hueco a cierta holganza en medio de los agobios y restricciones que nos ha impuesto la malhadada pandemia. Van dando fruto las medidas para ir superando las dificultades que nos han empujado a hacer extrañas tantas cosas en nuestra vida diaria y en nuestras relaciones humanas. Dios sea bendito, porque poco a poco este diluvio pasa, el ramo de olivo nos lo muestra la paloma de la paz, y ya apunta la luz serena que vuelve a amanecer en el horizonte de la confianza", señaló Jesús Sanz, al inicio de su homilía.

En una homilía reflexiva y conciliadora, en la que llegó a citar a Leonard Cohen, Sanz puso el acento en la necesidad de la celebración, de la fiesta, para sobrellevar el peso de la cotidianidad. "Siempre estaremos necesitados de la fiesta como tregua en donde ponemos entre paréntesis las fatigas cotidianas que tantas veces llenan de cansancio y sopor el escepticismo al que nos empuja con demasía el paso de los días. No es la fiesta una evasión momentánea que pronto caduca, sabiendo que todo tornará a su sino con el malestar añadido al volver a lo mismo con una pereza desgastada. La fiesta es más bien una amable necesidad que hemos de saber orientar para gozarla como es debido, pudiendo estrenar las razones de nuestra alegría y entrega cada mañana", afirmó Sanz.

El arzobispo cerró la homilía reivindicando esos 1.200 años de la dedicación del primer altar de la Catedral de Oviedo, en franca coincidencia con un año santo Xacobeo marcado por el protagonismo de Oviedo. "De esta catedral cumpleañera parte el Camino Primitivo hacia Compostela. De Mateo a Santiago, con la misma pasión que ellos dos tuvieron en poner en cada cosa su sello cristiano. Oviedo y Compostela tienen ese nexo que los une en el camino que recorremos hacia la misma meta que Mateo y Santiago anduvieron, que no fue otra que Jesús, el Salvador que viene a secar las lágrimas de nuestros llantos y a brindar con sidrina por nuestras alegrías", concluyó el Arzobispo.

Veneración del Santo Sudario en la catedral de Oviedo. Franco Torre

Al final de la misa, se produjo el momento más esperado por los fieles, que este año se ha repetido, con esta, hasta en ocho ocasiones en otros tantos días sucesivos: la revelación del Santo Sudario, reliquia mayor de la catedral, en torno a la cual se arremolinó una marea de fieles, rodillas al suelo y móviles en alto, para venerarla. Sanz, antes de dar su bendición, reiteró su agradecimiento a los fieles, los sacerdotes, los miembros de la Schola Cantorum y las autoridades, empezando por un alcalde con el que compartió unas palabras privadas, que se adivinan de complicidad plena, cuando se retiraba junto a los otros sacerdotes, mientras los fieles los fieles, abrazados a la "Sancta" normalidad, hacían un prieto pasillo para permitir el paso de la comitiva.

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