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El ensayo para enlucir Santullano llevará un año, “como mínimo”, dicen los expertos

Los restauradores estiman que el encalado acabará con la mayor parte de las humedades, pero también piden reducir la actividad humana

Visitantes en el entorno de Santullano, ayer. Miki López

Los ensayos que determinarán el procedimiento más adecuado para proteger los muros exteriores de San Julián de los Prados se prolongarán, “como mínimo”, durante un año. Esta es la opinión de restauradores que han trabajado en el templo prerrománico, que son además muy claros en su dictamen: el enlucido acabará con la mayor parte de los problemas de humedades que aquejan al edificio y que ponen en peligro sus valiosas pinturas. Para erradicar por completo las humedades, no obstante, sería preciso reducir la actividad humana, algo difícil de conseguir toda vez que mantiene su uso como iglesia parroquial.

Los ensayos para analizar los beneficios y la posible incidencia del enlucido exterior en los muros y las pinturas de Santullano fueron aprobados este miércoles por el Pleno del Consejo de Patrimonio Cultural de Asturias. Pero el proceso no será rápido. Jesús Puras, restaurador que proponía revocar el templo en un proyecto de conservación de las pinturas redactado en 1996, señala que “el enlucido es un proceso barato en cuanto a la mecánica, pero luego es largo en cuanto a la comprobación de todos los datos y a lo que es el propio revoco. Si van a un enlucido de cal, tarda un tiempo en fraguar, y bastante más en carbonatar”. Una opinión que comparte Natalia Díaz-Ordóñez, que también trabajo en el templo prerrománico: “los ensayos se prolongarán muchos meses, como mínimo durante un año, porque hay que analizar la evolución del interior del templo en todo tipo de condiciones de humedad y temperatura. Será un proceso largo pero hay que hacerlo y hacerlo bien, no se puede jugar con pinturas del siglo IX”.

Los restauradores coinciden en que esos ensayos se practicarán en una zona libre de pintura al interior, y probablemente en la cara norte del edificio. “Lo que harán será extender unos morteros, una vez que hayan comprobado qué tipo de cargas y sobre todo qué medidas son las mejores para los muros, cuánto precisan de árido y cuánto de cal. Lo extenderán en caras seguras, lo más seguro en la cara norte y allá donde no haya pintura, e irán tomando durante un tiempo una serie de mediciones para constatar los parámetros de humedad y comprobar qué ocurre dentro de los muros y el proceso de migración de sales”, explica Díaz-Ordóñez. “Tienen que ir comprobando cómo va, haciendo un monitoreo, y todo eso teniendo en cuenta que cada paramento funciona de una manera porque tiene una orientación diferente”, añade Puras.

Todo esto dilatará la actuación, previsiblemente, durante varios años. Natalia Díaz-Ordóñez pone como ejemplo la restauración del Pórtico de la Gloria: “En Santiago fueron cinco años de estudios y dos de intervención, y Santullano es mucho más grande. Es una iglesia enorme y con muchas pinturas. Hay que entender que son procesos complejos y muy largos en el tiempo”.

Los restauradores, en cualquier caso, insisten en que es preciso completar todo el proceso y enlucir Santullano, algo que consideran que acabará, en gran medida, con el problema de humedades que afecta a las pinturas. “Yo estimaba, ya en 1996, que encalar Santullano reduciría en al menos un 80% las humedades. El resto procede de la presencia humana, las celebraciones religiosas y las visitas, que habría que ir reduciendo paulatinamente y de forma coordinada, aunque es complicado porque Santullano es un templo en activo y, además, en una parroquia muy grande”, señala Puras, que insta además a formar una “comisión multidisciplinar, que incluya no solo arqueólogos, restauradores e historiadores del arte, también profesionales de otras disciplinas que puedan aportar conocimiento, para tomar las decisiones. Porque Santullano es un edificio que merece eso y mucho más”.

Los arqueólogos instan a retomar las excavaciones en la fuente de Foncalada

Más allá de la iglesia de Alfonso II, el Pleno del Consejo de Patrimonio Cultural aprobó intervenciones en Santa María del Naranco (una obra para eliminar las humedades), Santa María de Bendones (una intervención en la cubierta) y la fuente de Foncalada. Este último inmueble será objeto de una necesaria limpieza, aunque tiene pendiente desde hace más de un cuarto de siglo una excavación. Rogelio Estrada, que dirigió la excavación de la fuente de la Rúa y trabajó enla de Foncalada en la década de 1990 considera necesario retomar esta última investigación. “Esa excavación está sin rematar, hay parte del entorno de la fuente bajo los edificios que están enfrente”, señala Estrada, que lamenta que no se interviniese en 1995, cuando se abrió una ventana de oportunidad: “Se vendía el edificio por unos 50 millones de las antiguas pesetas, no era nada para el Ayuntamiento, pero se optó por otras cosas”. El arqueólogo considera incomprensible que Oviedo tenga “un edificio que es Patrimonio de la Humanidad y que ni siquiera está descubierto íntegramente”.

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