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Adiós a Ricardo Caballero, el histórico jefe de Urbanismo que transformó Oviedo

Brillante administrativista, bondadoso y con un gran sentido del humor, fue, hasta su baja en 2017, el motor de la maquinaria municipal

Ricardo Caballero, en una imagen de 2014. Luisma Murias

Cuando Ricardo Caballero hablaba, todos escuchaban. Fue un maestro, un funcionario brillante y un profundo conocedor de la Administración y de la ciudad que lo adoptó. Tanto, que durante los más de treinta años que dirigió el urbanismo de Oviedo fue en uno de los motores principales del Ayuntamiento. Ayer falleció a los 63 años, tras seis años de lucha contra una enfermedad que no le arrancó su pronunciado sentido del humor –“tengo fecha de caducidad”, se burlaba– y compañeros y políticos de todo signo corrieron a arropar a su familia y a trazar una biografía unánime, la de uno de los mejores trabajadores de lo público que ha tenido la ciudad y la región, lleno de inteligencia y rebosante de bonhomía.

Reunión de jefes de servicio en 2009, por la izquierda, Delfina Rodríguez, Ignacio Ruiz, Ricardo Caballero, el alcalde Gabino de Lorenzo, Gregorio Abril, Julia Piñera y Adolfo García. LNE

Todos los alcaldes que trabajaron con él hicieron visible su dolor. El primero, Antonio Masip, que vio entrar en el Ayuntamiento en los años ochenta a aquel brillante abogado en “reñidísima oposición” y que lloraba ayer la pérdida de “un grandísimo tipo, de mucha calidad”. Con Gabino de Lorenzo, y en tándem con el arquitecto César Fernández Cuevas, más la jurista Alicia Fuertes, estuvo al frente del equipo que transformó Oviedo en los buenos años del boom urbanístico. Revisó dos Planes Generales, se tuvo que ocupar de los grandes asuntos (“Villa Magdalena”, Cinturón Verde, las peatonalizaciones), lidiar con todo tipo de problemas (Gesuosa) y logró salir airoso por complejo que fuera el asunto. Trabajó, dijo ayer De Lorenzo, del que llegó a ser un estrecho consejero, “con total entrega y honestidad. Era un buen amigo, compañero y excelente persona”.

Con César Fernández Cuevas en una imagen de 2009. Chus NEIRA

Otro regidor, Agustín Iglesias Caunedo, recordaba la última comida que compartió con él y con De Lorenzo, hace poco más de un año. “Estuvo brillante, con esas respuestas rápidas, con su gran capacidad de análisis, riéndose, y siendo muy consciente, y con humor, de su situación”. “Conocía muy bien la ciudad y conocía muy bien la Administración, y al conjugar las dos cosas era esencial a la hora de tomar decisiones”, concluyó.

La enfermedad impidió a Caballero seguir trabajando con el gobierno tripartito. Solo estuvo dos años, después de baja y se jubiló por enfermedad en 2018. El alcalde Wenceslao López destaca, no obstante, “la buena relación y colaboración”. “Era una gran persona, muy afable, entrañable, encantador”. Alfredo Canteli ya no lo tuvo en el equipo, pero destacó la unanimidad de todas las referencias: “Excelente persona, excelente funcionario, gran profesional”.

De todos los concejales de Urbanismo que trató, con José Agustín Cuervas-Mons forjó la amistad más sólida y duradera. El político popular habló ayer de su calidad como trabajador público: “Aparte de sus grandes capacidades, tenía un gran sentido de lealtad a la institución, con la ciudad, y una faceta personal irrepetible”. Otro concejal, Alberto Mortera, resumía a Caballero con la idea de que había sido “un maestro para todo el mundo el amplio sentido de la palabra”, y recordaba cuando lo conoció: “Todos me hablaban bien de él, Quico Buendía o Areces, y cuando él intervenía en la CUOTA todos mostraba la máxima atención”. El actual titular de la concejalía, Nacho Cuesta, incidió en ese magisterio y en la “huella imborrable que deja en la transformación urbanística de esta ciudad”. Compañeros como el jefe de Infraestructuras, Ignacio Ruiz Latierro, destacaban esa sabiduría: “Se reservaba mucho, pero era tan brillante que cuando hacía un informe no había nada más que hablar. Eran tesis doctorales”.

Ricardo Caballero también fue profesor de Derecho Administrativo en la Universidad de Oviedo. El catedrático Leopoldo Tolivar confirmaba que sus clases fueron muchas y muy buenas: “Era un gran experto en Derecho urbanístico y muy buen docente; fue una pena que en la Real Academia de Jurisprudencia no hubiéramos podido contar con él en alguno de estos últimos ciclos”.

El abogado Gerardo de la Iglesia, visiblemente afectado, reproducía en su cabeza los años en los que acompañaba a la mujer de Caballero, Julia Piñera, hoy jefa de Contratación en Oviedo, desde Gijón, patria chica también del jefe de Urbanismo ahora fallecido. “Por decirlo de un golpe”, resume, “era el mejor funcionario que yo he conocido en todos los tiempos y en todas las administraciones, en competencia, en cariño, lealtad y bondad”.

Ricardo Caballero deja mujer, tres hijas y un nieto que era su última pasión. La capilla ardiente ha quedado instalada en Los Arenales y su funeral se celebra mañana a las doce del mediodía en San Juan.

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