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Flechazo musical en el Auditorio

Roman y Milena Simovic enamoran al público ovetense con un concierto brillante en el que estuvieron bien respaldados por la OSPA

Roman Simovic, al violín, lidera a la OSPA durante la interpretación de la obra de Vaugham-Williams, ayer. | Miki López

La segunda cita de abono de este nuevo curso de la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA) fue todo un romance otoñal. El público terminó rendido al talento y la sensibilidad de Roman Simovic (violín) y Milena Simovic (viola) y aclamando a la orquesta al término del concierto de hora y media de duración con salvas de aplausos y gritos de “¡bravo!”. Pero como si de una forma sonata se tratara, recapitulemos hasta los prolegómenos de un concierto patrocinado por LA NUEVA ESPAÑA que bajo el título “Seronda II” reencontraba a la agrupación asturiana con su público antes del concierto de los premios “Princesa de Asturias”.

Lo cierto es que el aspecto que presentaba el patio de butacas del Auditorio, en el que se veían muy pocos asientos vacíos, recordaba a los tiempos anteriores a la pandemia. Un hecho al que sin duda contribuye mantener los precios de la temporada anterior, con entradas a 15 y 10 euros. Pero la normalidad va reinstaurándose poco a poco puesto que también se ha recuperado la conferencia previa a los conciertos. En esta ocasión a cargo del musicólogo Alejandro González Villalibre.

Todos estos elementos extramusicales terminaron de redondear una velada musical exquisita. Pero es que el flechazo tendría lugar precisamente entre atriles y corcheas. El ayer violinista y director Roman Simovic ya se había presentado al público asturiano la pasada primavera, también con la OSPA, causando gran impacto con su música y cautivando a los melómanos ovetenses. Aunque en este caso el debut corría a cargo de la violista Milena Simovic, su esposa. Y el romance se consumó.

La “Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis”, de Ralph Vaugham-Williams, que abría el programa (y que la orquesta interpretó de pie, algo inusual), ya mostró a las claras el gran nivel de la doble orquesta evidenciando unas texturas diáfanas y unos planos sonoros muy bien logrados. Pero el plato fuerte de la noche estaba servido con la “ Sinfonía concertante para violín y viola en mi bemol mayor, K. 364/320d” de Mozart, con una cuerda especialmente luminosa donde se lucieron tanto Roman como Milena en total sintonía con la formación asturiana.

Su técnica, la sensibilidad y honda expresividad que exhibieron en el andante mozartiano, su perfecta sincronía y el timbre de sus instrumentos (él tocaba un Stradivarius de 1709 y ella un Paolo Antonio Testore de 1740) dejaron prendidos a los asistentes. Tanto el Stradivarius como el Testore fueron protagonistas del acaramelado postre, ineludible en cualquier cita romántica que se precie, que llegó en forma de propina: “Passacaglia” para violín y viola de Johan Halvorsen, basada en el “Passacaille n.º 6 de la suite en sol menor, HWV432” de Georg Friedrich Haendel.

Tras una breve pausa todavía habría tiempo para disfrutar con la “Sinfonía n.º 1 en re mayor, op. 25 ‘Clásica’” de Serguéi Prokófiev. Cuatro breves movimientos con la orquesta de nuevo en pie, en los que la OSPA añadió a una cuerda mayúscula unas inspiradas maderas, rubricando el final deseado a una velada en la que quedó de manifiesto que los Simovic y la sinfónica asturiana forman un matrimonio perfecto.

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