“César González-Pola (César Pola) fue sobre todo pintor de paisajes, con un profundo amor por la naturaleza; le gustaba toda aquella pintura que fuese auténtica y le entristecía mucho vender sus cuadros; era obsesivo con el color y la luz”. Lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA Manuel Gutiérrez Claverol, profesor jubilado de la Facultad de Geología de la Universidad de Oviedo y amigo de la familia, glosó la figura del pintor, fallecido en 1989 a los 67 años, y autor del escudo oficial de la ciudad, en el que empleó por primera vez el color que se dio en llamar “azul Oviedo”.

Willy Pola, uno de los once hijos que el artista tuvo con su esposa, Mari Paz Fuente, donó ayer uno de los escudos, de una serie numerada, firmados por su padre, a la Sociedad Protectora de La Balesquida, de la que es directivo. Willy Pola se refirió al proyecto frustrado de realizar una exposición conmemorativa, junto con el crítico de arte Luis Feás, por el centenario del pintor, que tuvo lugar el pasado domingo 17 de octubre y que no se llevó a cabo debido a las restricciones impuestas por la pandemia.

“Decía Jesús Villa Pastur que Pola fue uno de los mejores paisajistas Asturianos y su obra encierra un pedazo de la historia de esta gran ciudad a la que tanto quiso”, indicó Javier Gómez Tuñón, vicepresidente de La Balesquida, que presentó el acto. “Este escudo lo dono con la aprobación de mis hermanos, alguno de ellos presente; es una satisfacción que pase a formar parte de la pinacoteca de La Balesquida, junto a un paisaje que ya cedimos hace años”, señaló Willy Pola.

César González-Pola Álvarez-Uría, nació en la calle Magdalena el 17 de octubre de 1921. Fue el segundo hijo de los tres que tuvo el matrimonio formado por Modesto González-Pola y María Álvarez-Uría. Su acomodada familia, su padre era farmacéutico, le inculcó la afición a la música clásica y a la poesía, que conservó toda su vida, según explicó Gutiérrez Claverol. “Su primer cuadro, un gallo, lo vendió a los 5 años por cinco céntimos”, señaló Gutiérrez Claverol, que llegó a conocer a Mari Paz Fuente, buena amiga de su madre. Entre 1931 y 1936 los González-Pola habitaron el palacio de Hevia (Siero), propiedad del abuelo materno, con una extensa finca poblada de vegetación, donde comenzó la afición del protagonista por todo lo relacionado con la naturaleza. “Reconoció esta época, comprendida entre los nueve y catorce años, como la más feliz de su existencia”, indicó Gutiérrez Claverol. Al comienzo de la Guerra Civil su familia se trasladó a Pasto (Colombia), donde su padre gestionaría la delegación local de una red de farmacias y otros laboratorios. “Soñó con ir a París para vivir las mismas emociones que sintieron y manifestaron todos los grandes artistas del impresionismo; en 1951 consiguió una plaza de delineante en el Ayuntamiento Su proyecto más ambicioso fue una escuela de pintura. Falleció a los 67 años aquejado de un enfisema”, explicó el profesor.

Gutiérrez Claverol, ante un público del que formó parte Mario Arias, segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Oviedo, tampoco se olvidó de destacar la faceta poética de González-Pola.

La agricultura como motor de desarrollo, esta tarde


El Club acoge esta tarde una mesa redonda a las 19.00 horas, sobre el nuevo proyecto “Agricolae Mundi”, que plantea a la agricultura como revulsivo para el desarrollo. Se trata de una iniciativa impulsada por tres colegios de Ingenieros Técnicos Agrícolas de España, entre ellos el de Asturias, que tiene vocación de extenderse a toda España. El objetivo de la Fundación es el desarrollo de proyectos agrarios en países en vías de desarrollo, desde la óptica de la sostenibilidad y también en España, en situaciones de necesidad social. Está en marcha el primer proyecto en Jécua (Mozambique).