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Casco histórico de Oviedo: Las dos caras del Antiguo

El turismo y la hostelería son las luces de una zona vieja que tiene en el botellón y la degradación turística sus principales puntos negros

Fotomontaje con la plaza del Sol, por la noche después del botellón y al mediodía con las terrazas. LNE

El sol le saca los colores a los encalados de las casas más cuidadas del Antiguo. Por la mañana, los turistas bajan por la calle Mon, frente al taller de Mónica Rodríguez, que adorna su entrada con macetas con plantas en una calle que, piensa, está “más sucia que nunca”. Avanza el día y los hosteleros van sacando las terrazas a la calle, mesas y sillas que disponen en la plaza del Sol y que se llenan de consumidores. Para cerrar la herida de la pandemia, el Ayuntamiento les permitió extenderse más que nunca para hacer caja. El día 2 de noviembre, las terrazas deberán volver a reducirse al mínimo, lo que supone una preocupación para hosteleros como Casto Fano. Hasta entonces, Amelia García, vecina de la plaza del Sol seguirá sin poder pasar con el coche a las horas “críticas”, las 13.00 o las 20.00. A partir de entonces, cada fin de semana, cuando el sol comienza a caer, el Antiguo cambia de cara y empieza el botellón.

Los vecinos del casco histórico se movilizan. Bajo el lema “Oviedo es nuestro”, aspiran a reunir a ciudadanos frente al Ayuntamiento para exigir soluciones frente al botellón y vandalismo existentes. Precisamente mañana mantienen una concentración para las 12 del mediodía por “el malestar social causado en el barrio”. Lo dice Juan García, presidente de la asociación de vecinos Oviedo Antiguo que, finalmente, es la que convoca, en solitario, esta acción de protesta.

La corporación va dando pasos, como el de instalar cámaras de vigilancia para perseguir incidentes y funcionar como elemento disuasorio. Aún así, desde la concejalía de Seguridad Ciudadana reiteran que las competencias en materia de orden público “es exclusiva del Estado” y la Policía Local ejerce trabajo de apoyo.

Amelia García lleva más de cuarenta años viviendo en el casco histórico. Tras la pandemia tuvo problemas de ansiedad porque, los fines de semana no podía dormir. De hecho, hoy, se encuentra fuera de la ciudad. Para ella, el problema –por lo menos en su plaza– no es solo nocturno, que también. El botellón es “demasiado”, pero las terrazas también son “un exceso”. A ella le suponen ruido, incomodidad e inseguridad. Según denuncia, no puede utilizar el coche, porque tiene que pedir a la gente que está en las terrazas que mueva las sillas o, incluso, las mesas. Y, esto, según a qué horas, puede tener cierto riesgo. “A un vecino le patearon el coche y tuvo que arreglarlo”, relata.

Ahora, con el fin de las restricciones, también llega el fin de la ampliación de las terrazas. Aunque volverán, en principio, a finales del primer trimestre de 2022. El área de Urbanismo está, actualmente, inmersa en dos tareas que afectan directamente al casco viejo de la ciudad. El primero: la nueva ordenanza de terrazas. Esta consolidará parte de la ampliación y exigirá, a cambio, que los hosteleros del Antiguo hagan un esfuerzo extra por tener sus bares en un entorno protegido. Según el texto desarrollado por el despacho de abogados Ontier y que está matizando ahora el área municipal, estos deberán unificar la estética de las terrazas, por ejemplo.

El teniente de alcalde, Nacho Cuesta, habla de actuaciones en marcha: limpieza de grafitis o el análisis de los edificios del casco histórico. Pero va más allá y pone sobre la mesa “acciones con luces largas”. Desde Urbanismo quieren dibujar un nuevo Plan Especial para el casco viejo de cara a reordenarlo, repensar los usos de edificios y locales para que el Antiguo de Oviedo se parezca más al de “otras ciudades españolas”. En el Ayuntamiento siempre ponen de relieve los ejemplos del País Vasco como, por ejemplo, Vitoria. En el Consistorio también señalan otros proyectos de capacidad “dinamizadora”, como es el edificio dedicado a la cultura que quiere levantar el Arzobispado en el solar del martillo de Santa Ana. Un atractivo más para potenciar una de las luces del casco viejo, su afluencia y potencial turístico.

Para los turistas, las terrazas y la hostelería también son un valor añadido. Casto Fano, de la asociación Ruta del Oviedo Antiguo señala que “la hostelería es enemiga del botellón”. Los hosteleros, dicen, son actividad económica. Lo mismo que defiende la corporación que se ha autoimpuesto la tarea de conjugar todos los intereses en confrontados en el corazón de la ciudad. Fano reconoce que el Antiguo tiene un problema y que, para resolverlo, “hosteleros, comerciantes y vecinos” tienen que ir de la mano y remar en una misma dirección.

Todos los agentes implicados en el casco viejo detectan problemas, pero algunas de las soluciones no son sencillas. Otras sí. Noemí Rodríguez señala, al igual que Amelia García, la falta de limpieza de las calles. La primera se queja de los grafitis, de los suelos y de los olores: “Ahora huele como si todos los días fuese San Mateo”. Amelia García señala que la suciedad del botellón no es solo antiestética y antihigiénica, a sus ojos también es un peligro. “Son habituales las caídas en las calles que dan a la plaza del Sol, las calles están llenas de grasa, pegajosas, resbaladizas”, denuncia la vecina. Esta, además, carga contra el ambiente de los últimos años: “cada vez es peor, no hay más que ver los vídeos, se suben a las farolas, los andamios... un día va a pasar algo”. García se refiere a los andamios del palacio de la plaza del Sol, uno que lleva dos años instalado sin que haya obras en el edificio. Ayer, justo, el grupo municipal de Somos anunciaba que iba a pedir las facturas de la instalación que, recordó, “no salen gratis” e instó al Ayuntamiento a actuar de una vez en el palacete de Inclán Leiguarda a través de ejecuciones subsidiarias.

Incidentes puntuales

Un grupo de jóvenes que frecuenta la plaza señalaba ayer que, aunque sí que hay botellón, la mayor parte de los que la ocupan cada fin de semana son clientes de los bares. “Al final se nos criminaliza por salir de fiesta”, decía uno de ellos, “si no salimos por el Antiguo, donde ya venían mis padres, iremos a otro sitio y, entonces, se quejarán los vecinos de ese barrio”, reflexionaba.

José Ramón Prado, concejal de Seguridad Ciudadana, por su parte, aseguraba que el Antiguo es “seguro”. Los incidentes, que los hay, son puntuales y, a su juicio, se reducirán cuando se instalen las cámaras de seguridad en todo su perímetro.

El casco histórico de Oviedo, que quiere ser Patrimonio de la Humanidad, está plagado de luces y sombras. El turismo y la hostelería son sus motores; su perdición, la degradación urbanística y el botellón.

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