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Lara Diloy Asistente de la dirección musical de la Ópera de Oviedo

“La tradición musical que tiene Oviedo es un tesoro, a los de fuera nos maravilla”

“Las mujeres llegamos a la dirección musical y escénica para dar otro punto de vista y otra forma de guiar, para enriquecer estas profesiones”

Lara Diloy, en el Campoamor, antes de un ensayo de “La flauta mágica”. | Luisma Murias

La directora de orquesta Lara Diloy (Tolosa, Guipúzcoa, 1986) es, desde esta temporada, la asistente de la dirección musical de la Temporada de Ópera de Oviedo.

–¿Cuáles son sus responsabilidades dentro de la estructura de la Ópera de Oviedo?

–Mi función es asistir a los maestros que vienen a la temporada de Ópera. Evidentemente tengo que conocer muy bien todas las óperas, y estar preparada para todo lo que pudiera surgir, y para sustituirles en algún ensayo si se diera el caso. Somos un poco el enlace de los maestros con todas las partes del teatro, incluso escuchando desde fuera para dar más información al maestro, ya que desde el foso estás muy cerca de la orquesta y no tienes la sensación que se tiene en platea. Así que les asesoramos para los balances y ese tipo de cuestiones. Somos, en definitiva, la extensión del maestro.

–¿Cómo ha sido el aterrizaje en una estructura tan consolidada?

–A mi es algo que me ha hecho muy feliz, el equipo que hay es maravilloso y me lo ha hecho muy fácil. La Ópera de Oviedo es una institución con una tradición de muchísimos años, que está muy asentada y funciona como un reloj, pero además es muy familiar. Entonces ha sido muy fácil, me lo han hecho muy fácil y estoy disfrutando mucho. Aunque es un proceso intenso porque en muchas ocasiones aún estamos con funciones de una producción y ya estamos con ensayos de otra, se solapan. Pero lo estoy disfrutando mucho.

–Esa intensidad tuvo que ser aún mayor en diciembre del año pasado, cuando se alternaron las funciones de “Madama Butterfly” y “Fidelio”.

–Admiro muchísimo el trabajo que se hizo. Hacer esas dos óperas a la vez es algo que, yo que lo he visto desde afuera, se ha valorado mucho. Porque realmente los medios son los que son y poder hacer algo así tiene muchísimo mérito. Este año aún colea la pandemia y tenemos que adaptar aún algunas cosas. No podemos tener todavía la orquesta completa en el foso, que nos gustaría que pudiera ser pronto, y hay que hacer los ensayos con mascarilla, y el coro sigue cantando con ella. Pero poco a poco vamos recuperando el ritmo.

–El Gobierno central ha vuelto a congelar la ayuda a la Ópera de Oviedo, que es la que menos dinero recibe de sus instituciones regionales. ¿Cómo ve esta cuestión?

–La de Oviedo es una de las temporadas más importantes del país y la labor que hace precisa de un respaldo económico por parte de las instituciones para poder seguir ofreciendo la calidad que ofrece. Las instituciones tienen que apoyar que esto siga siendo posible, porque esto es arte, es cultura y es para todos los públicos. Porque además a la Ópera de Oviedo viene un público muy transversal.

–Ya ha podido trabajar con las dos orquestas, con la OSPA y con la OFIL. ¿Qué opinión le merecen?

–Están en el máximo nivel del panorama nacional, se trabaja muy a gusto con ellas. Oviedo tiene algo muy especial, como es el hecho de tener dos orquestas de este nivel. Y ya no solo eso: la temporada de Ópera, de Zarzuela, los conciertos que traen al auditorio... que converja todo esto en una ciudad del tamaño de Oviedo es un tesoro. A los que venimos de fuera nos maravilla, es extraordinario.

–El suyo, el de la dirección de orquesta, era un mundo tradicionalmente de hombres, pero cada vez hay más mujeres, entiendo que también es un “techo de cristal” que se está rompiendo.

–Sí, cada vez somos más, cada vez estamos más preparadas y hemos venido para quedarnos, para dar otro punto de vista, otra energía, otra forma de guiar y otra forma de hacer las cosas que puede convivir perfectamente. Tenemos que disfrutar de este momento para enriquecer a la profesión porque cuantos más perfiles diferentes de personas estemos aportando dentro de la profesión, más rica va a ser.

–En esta temporada de la Ópera de Oviedo hay dos títulos con mujeres al frente de la dirección escénica, otro ámbito hasta hace muy poco acotado: Silvia Paoli, en “Lucrezia Borgia” y Rosetta Cucchi en “Adriana Lecouvreur”.

–Sí. Si estamos llegando tenemos que empezar a aparecer en las producciones. Pasa lo mismo: ni la dirección de escena, ni la dirección de orquesta ni la música en general son cuestiones de hombres o mujeres. Son cuestiones de personas, y cada persona que lidera le imprime su carácter, su manera de trabajar, su impronta, y eso es lo bonito del arte y de nuestra profesión. Es verdad que necesitamos obtener visibilidad y que las instituciones hagan ese ejercicio, también para que las generaciones futuras lo vean como algo normal y que se vaya naturalizando. Pero no olvidemos que estamos ahí porque estamos trabajando para llegar ahí.

–Desde su experiencia, ¿hay un trato igualitario en la profesión?

–Desde lo que a mí me ha tocado vivir, sí lo hay.

–¿Cómo se ve en un futuro? ¿En una orquesta sinfónica, dirigiendo ópera...?

–Es verdad que el gusanillo de la lírica cada vez está germinando más en mí y cada vez me gusta más. Veo mi carrera combinando ambas cosas, porque mi formación es orquestal, vengo de tocar la trompa en orquesta, que no es el instrumento más habitual para empezar a la dirección, aunque cada vez somos más. Enseguida sentí que la orquesta es mi casa, el mundo sinfónico es algo que he vivido desde muy joven y me encanta trabajar sinfónico también, así que lo ideal es combinar ambas.

–Ya conoce los espacios escénicos ovetenses, ¿cómo los ve?

–Parto de la idea de que siempre se puede mejorar. El Campoamor es un teatro de ópera con recursos limitados a nivel de espacio, es pequeño alrededor de la caja escénica, pero tiene un muy buen escenario, donde las voces corren muy bien, y aparte que es precioso. El Auditorio no lo conozco tanto, pero más allá de que tenga algo que mejorar, se parte de algo que es importante. Y en el Filarmónica dirigí a la OFIL en 2019, en unos conciertos didácticos.

–Están comenzando los ensayos para “La bohème”, ¿qué podemos esperar de este título?

–Tengo muchísimas ganas, esa ópera es un caramelo para todos los directores, un título que todos soñamos hacer. La producción aquí se conoce bien, es de Sagi, maravillosa. Es un profesional increíble, al que admiro muchísimo. Y poder trabajar con Corrado Rovaris para mí es una maravilla.

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