El hombre de 58 años acusado de arremeter a paraguazos contra dos sacerdotes y un sacristán en la Catedral el pasado día de San Mateo tiene antecedentes de patología mental de larga duración y está diagnosticado de trastorno bipolar. Así lo ha determinado un examen médico que ha llevado a la Fiscalía a solicitar la libre absolución del acusado, condicionada a la obligación de someterse durante dos años a tratamiento psiquiátrico y psicológico.

Los hechos tuvieron lugar después de la misa de las siete de la tarde del pasado 21 de septiembre. Según el escrito de acusación el varón, “en gran estado de excitación”, siguió a los religiosos hasta la sacristía para afearles que se hubieran negado a darle la comunión en la boca por los protocolos anticovid. Su enfado se tradujo en una agresión con un paraguas que causó daños de diferente consideración tanto a los sacerdotes José María Hevia y Manuel Ángel Acebal como a un conocido sacristán de San Salvador.

El procesado fue detenido poco después en la plaza Porlier por agentes de la Policía Local. Dos días más tarde pasó a disposición judicial y quedó en libertad con cargos a la espera de ser sometido a pruebas médicas para evaluar su salud mental. Dicho examen llegó hace unas semanas y ahora ha trascendido que el hombre, vecino de la zona de Fuertes Acevedo, según fuentes del caso, tiene un largo historial de problemas mentales, lo cual le convierte en inimputable por una causa penal.

El fiscal considera que no puede ser condenado y por ello interesa la libre absolución, eso sí, condicionada a un tratamiento clínico de dos años de duración como mínimo. Según el informe del ministerio público “esta patología puede suponer una alteración importante de sus funciones mentales. Por el desarrollo de los hechos y los antecedentes patológicos, se desprende que pudiera encontrarse en una fase de episodio maniaco, con alteración importante de sus funciones mentales”, sostienen fuentes de la propia Fiscalía.

Esta petición llega después de que los propios agredidos renunciaran en su declaración ante el juez a presentar acusación alguna. Los dos sacerdotes y el sacristán no vieron conveniente en su día exigir indemnización alguna por lo sucedido. “La Perdonanza no podía terminar a palos, a mí ahora solo me sale la palabra perdón”, declaró ante el juez el cura José María Hevia, posiblemente el peor parado tras tener que ser tratado de una brecha en la frente provocada por los paraguazos.

Tanto el presunto agresor como sus víctimas prestaron declaración el día 23 de septiembre con casi cuatro horas de retraso respecto al horario inicialmente prevista. “Ya hemos tenido que ser sustituidos esta mañana y a este paso se caerá la Catedral sin nosotros”, se lamentaba entonces con humor un José María Hevia que fue llamado previamente por un forense para examinar el alcance de la herida en la frente por la que recibió tres puntos en la frente en el centro de salud de la Lila.

A pesar de quedar constatados los problemas psiquiátricos del acusado, este carece de antecedentes por episodios similares. “Alguna vez tuvo alguna pelotera con vecinos, pero jamás había llegado a estos extremos de agredir a alguien con tanta violencia”, apunta un conocido del varón.