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Christina Rosenvinge: “Las canciones que trascienden tienen sello autobiográfico”

La cantante estrena su participación en los “enCohentros” con una clase magistral sobre composición y la literatura que encierra la música

La cantante Christina Rosenvinge, en la sala Severo Ochoa del edificio histórico de la Universidad. | Víctor Alonso

“La música es un arte superior a la literatura”. Así comenzó Christina Rosenvinge la clase magistral que impartió ayer en la sala Severo Ochoa del edificio histórico de la Universidad de Oviedo en una de las actividades del ciclo “enCohentro”, las jornadas dedicadas a la memoria del cantautor canadiense y a crear lazos entre los creadores del territorio español. Rosenvinge habló ayer sobre las claves de la composición, la importancia de las letras y en especial del ritmo, con alguna que otra anécdota.

En defensa del trabajo de los compositores declaró que la música es de las primeras cosas que cobran significado en la vida de una persona y por eso es necesario darle el valor que se merece: “Un bebé se duerme con una nana, responde antes a la música que a las palabras”. Además, alabó la dificultad a la que se enfrenta el proceso de creación, ya que la poesía es fiel a sí misma pero las canciones se encuentran supeditadas a la melodía. “Es un trabajo difícil. No hay que desanimarse porque lo normal es ser mediocre. Lo extraordinario llega después”, explicó. Y añadió que el talento, de lo que más depende, es del criterio.

Por eso dio cuatro herramientas y un par de consejos de su propia cosecha que, según su experiencia, son fundamentales a la hora de sentarse a escribir junto a algún instrumento. En este caso ella sacó su guitarra y recitó gran cantidad de ejemplos acompañados por su delicada voz. La primera clave fue la rima, con la capacidad de retención que lleva consigo. “La gente recordaba las historias de los juglares porque contenían este tipo de estructuras. Al igual que pasa con los refranes”, afirmó.

Después llegaron la sonoridad, la métrica, los acentos y el fraseo. Todo ello explicado de manera sencilla para que los principiantes no se perdieran en ese recuento de sílabas y onomatopeyas. “De todos modos, la mayoría de cosas se acaban haciendo por intuición”, resumió. Rosenvinge contó lo diferente que pueden llegar a sonar una canción dependiendo del idioma y los términos propios de cada región o país. Rosenvinge canta tanto en español como en inglés y aclaró que el proceso de composición es completamente distinto: “El inglés permite meter más palabras en una sola estrofa, pero el español tiene la tradición literaria y el humor fino que le falta al inglés”.

Las nociones subjetivas: el teatro que lleva implícito el cante y la cuestión que se quiere tratar en cada tema. Tal y como defendió, si hay una gran carga literaria la voz debería sonar suave, mientras un gran chorro es idóneo para convertir las frases mundanas en arte. Respecto a la historia, argumentó que es importante hacer sentir al público identificado con las vivencias: “Las canciones que trascienden tienen sello autobiográfico. Queremos que la gente nos explique cómo está en el mundo para aprender a estar nosotros también”. Aclaró que no se trata de una cuestión narcisista, que quien escribe se desdobla, se convierte en el científico y la rata abierta al mismo tiempo.

Por último, quiso compartir la experiencia personal, que le llevó a componer “Romance de plata”, una canción dedicada a la reconciliación con su padre fallecido, con quien mantuvo una relación complicada. “Cuando escribes un relato sales de él y queda en el pasado”, reconoció.

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