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El renacer del Calatrava

Los visitantes y políticos locales ensalzan un edificio históricamente denostado: “Es el lugar perfecto para estos eventos”

Público durante el acto de clausura del congreso de hoteleros, grabando la entrada de la Real Banda de Gaitas. | Fernando Rodríguez

Un alto cargo de una cadena hotelera que opera en el sur de España enfoca, con su teléfono, las púas del peine de la visera del Calatrava y le dice a su acompañante: “Es espectacular”. Dentro del Palacio, los asistentes al Congreso Nacional de Hotelería, en su mayoría empresarios del sector turístico, dicen cosas sobre el edificio que es difícil escuchar a los ovetenses: “Magnífico”, “impresionante”, “perfecto”... Los foráneos parecen encontrar en una de las construcciones más polémicas de la historia de Asturias un espacio sin igual. El presidente de la patronal hotelera, Jorge Marichal, decía ayer haber elegido el Calatrava para celebrar el reencuentro del sector por ser, justo, lo que necesitaba: “No tiene nada que envidiarle a los mejores equipamientos de ciudades mucho más grandes que Oviedo”.

El Mundial de Quesos, que congregó a cerca de 14.000 personas durante tres días, parece haber sido el punto de inflexión para que los políticos asturianos también empiecen a percibir las posibilidades del Calatrava. “Desde el punto de vista de los congresos, es un espacio magnífico y que hay que reivindicar”, aseguraba ayer el presidente del Principado, Adrián Barbón, después del acto de clausura que compartió con la ministra de Industria, Reyes Maroto. En el Ayuntamiento de Oviedo piensan parecido. El edil de Turismo, Alfredo García Quintana, cree que es un lugar perfecto para organizar congresos y un espacio que hay que rentabilizar atrayendo la mayor cantidad de eventos posible.

En la calle, sin embargo, quienes conocen la triste historia de un complejo que acumula concursos de acreedores y proyectos fallidos en su parte comercial piensan diferente. Un miembro de la patronal OTEA asegura que, si por él fuera, “el Calatrava había que hacerlo donde está el Carlos Tartiere y devolver el estadio a su sitio”. Un comentario habitual en las calles de la ciudad cada vez que se celebra un evento o que el espacio diseñado por Santiago Calatrava regresa a la actualidad informativa. Pero los que vienen de fuera no saben nada de la visera móvil que nunca se levantó ni se preguntan por las tres plantas vacías que, bajo sus pies, esperan que se resuelva el concurso de acreedores en el que está inmerso el espacio comercial para volver a vislumbrar un nuevo futuro. El que no sabe nada no sufre por el estadio que se fue de Buenavista, ni por los dos millones de euros que se le deben al Consistorio por los impagos del IBI, fruto de la quiebra de la empresa que gestionó hasta hace un año el fallido centro comercial.

Como ayer había gente venida de todos los puntos de España, había quien se olía alguno de los problemas. El valenciano Javier García descifraba a primera vista la firma de su paisano “en el color y la forma del edificio”. “Ser es un genio, aunque apuesto a que la ejecución no resultó tan acertada”, aventuraba el empresario sin errar. De todas formas, añadía que es “el lugar perfecto para celebrar estos eventos”.

Durante el acto de clausura, Emilio Gallego, secretario de la patronal Hostelería España, miraba a la cúpula descomunal del auditorio y celebraba un espacio “increíble”.

Aunque, como apunta el vicepresidente del Principado, Juan Cofiño, tras el apabullante blanco y los espacios diáfanos, se ocultan unos costes de mantenimiento “enormes”. Un trabajador municipal apuntaba otro dato: la parte del inmueble que pertenece al Ayuntamiento, el gran Palacio de Congresos, solo tiene a su disposición una limpiadora. Solo una trabajadora, dependiente del macrocontrato de limpieza del Consistorio, se encarga de poner a punto una infraestructura con números que asustan. Según su ficha técnica, el espacio se distribuye en tres plantas que suman casi 15.000 metros cuadrados. Un día normal, el Calatrava –salvando el hotel y los locales que siguen abiertos en su parte trasera– es un esqueleto vacío y muy caro. Cuando hay congresos y actividad, en cambio, se convierte en oportunidad. El Calatrava parece renacer estos últimos fines de semana, cuando se ha convertido en el centro de Oviedo.

El turismo nacional confía en su recuperación tras la pandemia: “Saldremos más fuertes”

Los grandes empresarios del turismo español concluyeron ayer sus jornadas estratégicas. El objetivo del reencuentro de los hoteleros en Oviedo no era otro que rearmarse tras la pandemia, identificar los retos del presente y establecer una estrategia de futuro. Hugo Rovira, director general del sur de Europa y América de NH Hoteles, señala que el sector viene de “una situación difícil”, pero que, contra todo pronóstico, les ha “reforzado”. “El deseo de viajar está ahí y la pandemia aceleró la digitalización del sector”, apunta. Miguel Sanz, director general de Turespaña, confía en que el sector esté totalmente recuperado en 2023. El CEO de Mirai, Javier Delgado, avanza que “vienen años muy buenos”, pero advierte: “Todo lo que pase va a depender del hotelero y su estrategia”. Estas estrategias, apuntan, pasan por la sostenibilidad, “un aspecto clave para ganarse a los mercados más jóvenes”, como esgrimen desde el Instituto Tecnológico Hotelero. José Ángel Preciados, consejero delegado de Ilunions, cree que el 2022 será un año clave en el que tocará “salir del confort del ‘sol y playa’ y ofrecer experiencias”. El presidente de la patronal hotelera, Jorge Marichal, lo resumió todo con una única frase: “Saldremos más fuertes”.

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