La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Oviedo, capital del piano

El británico Benjamin Grosvenor confirma con Brahms, Liszt y Chopin su ascenso a figura mundial cinco años después de su primera visita

Benjamin Grosvenor, al piano. | Luisma Murias

Tras Las Palmas y Barcelona, última y obligada parada en Oviedo de la gira que el pianista británico Benjamin Grosvenor ha realizado con un mismo programa plenamente romántico, que hubiera hecho las delicias del recordado Luis G. Iberni, alma de esta capitalidad ovetense para las 88 teclas desde hace 30 años.

El de anoche en el Auditorio Príncipe Felipe de la capital asturiana fue un concierto con delicadezas, como los tres “Intermezzi op. 117” de Brahms y la “Berceuse” de Liszt, junto a dos de las más potentes sonatas para piano del siglo XIX: la tercera de Chopin y especialmente la “Sonata en si menor” de Liszt. Se trata de un repertorio al alcance de muy pocas manos, ahora en las de Grosvenor, que volvía tras su visita hace ya cinco años con la orquesta Oviedo Filarmonía y Nathalie Stutzmann.

Público durante el concierto.

Ya en aquel concierto se destapó como un intérprete prometedor con el primero de Brahms, que el tiempo acabaría convirtiendo, como los buenos vinos, en gran reserva. Fue la de ayer la confirmación ovetense del aclamado pianista británico, ya figura mundial. Dejó un Brahms delicado e íntimo antes del endiablado Liszt capaz de quemar el cielo y congelar el infierno, impactante interpretación que requirió reajustar el piano para volver con la pócima mágica: la “nana” engañosa del abate e incendiarlo con un Chopin fastuoso.

Sigue la pandemia, toses, paraguas y móviles que merecen castigo eterno en el Averno, solo absueltos por el Grosvenor “angelicalmente” poseído para danzar como malditos con el gaucho Ginastera en pareja: moza donosa con furioso matrero.

Compartir el artículo

stats