Ingeborg Reiber Distler (Augsburg, Alemania, febrero de 1935), histórica tesorera y presidenta de la fundación Nuevo Futuro, falleció ayer en su casa de Oviedo a los 86 años. Su vida fue activa hasta el último momento, pocos días antes estuvo celebrando el cumpleaños de su hija Beatriz junto al resto de su familia y le pidió a su nieta Amalia salir a ver las luces de navidad. Hace unas semanas sufrió una caída que junto a la enfermedad que padecía desde verano acabó concatenando una despedida serena y tranquila en su hogar. "Se fue de puntillas, como vivió", explican fuentes de la asociación a la que dedicó tanto esfuerzo, en alusión a su modestia y discreción.

Hija de un ingeniero y un ama de casa de postguerra, viajó con 20 años desde Alemania a Oviedo en un programa de intercambio. Por aquel entonces estudiaba la carrera de comercio y aceptó esta oferta que consistían en enseñar alemán a los hijos de una familia asturiana a cambio de comida y residencia. Sus alumnos españoles resultaron ser los hijos del hermano mayor del empresario Carlos Tartiere, con quien acabó compartiendo una vida, seis hijos, trece nietos y un biznieto. Tartiere fue el encargado de ir a buscarla a la estación y desde el primer momento surgió un flechazo entre ambos. Después del periodo como "au pair", regresó a su país natal y un tiempo después el que sería su futuro esposo viajó hasta allí para reencontrarse con ella. Tanta fue la felicidad que terminaron por contraer matrimonio en una boda que hizo trasladarse a la familia del novio al completo hasta Alemania. Aunque el futuro de ambos se encontraba en Asturias.

Con 23 años se instaló en la ciudad y dedicó la rutina a su familia. Crio a sus hijos Cristina, Beatriz, Inge, Catalina, Carlos y María en un entorno repleto de amor y alegría. A pesar de ser ocho convivientes siempre había al menos 16 comensales en su mesa. Según explican su hija Caterina, Reiber era una madre gallina, de sus hijos y de los del resto. Además una de sus mayores pasiones era la cocina y siempre disfrutaba al compartirla con sus invitados.

Esa tendencia para acoger a quien lo solicitase, le hizo ponerse al mando de las cuentas cuando se fundó Nuevo Futuro, en aquel momento Pilar Quirós era la directora y ella cumplía la labor de tesorera. Ese cometido le iba como anillo al dedo, ya que siempre fue un as con las matemáticas. Así consiguieron sacar adelante el proyectó que llegó a dar cobijo a cientos de menores en riesgo de exclusión. Dos años después de la constitución de la fundación, Quirós abandonó la presidencia y Reiber se hizo cargo de todo durante el transcurso de cinco años, aunque nunca abandonó el proyecto. Siguió atendiendo llamadas, solventando dudas y aportando sabiduría; pero siempre bajo previa petición del aconsejado, porque no le gustaba interferir en la vida del resto. Según explican sus seres queridos la discreción y dedicación por el trabajo era parte de su mentalidad germana.

Amante del "bridge", los sudokus, los muñecos de madera y la lectura conquistó el corazón de cuantos la rodeaban; e incluso de quienes solo la conocían de vista, ya que causó sensación en la ciudad debido a su belleza. Hoy a las 17.00 horas Oviedo le dará el último adiós, en un funeral oficiado en la parroquia del Corazón de María.