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Soltani da cuerda a la OSPA

Gran ovación en el Auditorio para el virtuoso violonchelista austriaco y la directora Marcena Diakun en su regreso a la ciudad

El violonchelista Kian Soltani y la directora Marcena Diakun. | Irma Collín

Expresivo y magistral, el chelista Kian Soltani abrió la velada del Concierto para violonchelo de Édouard Lalo. Una interpretación honesta, en la que hizo lucir las sugerentes melodías dispuestas por el violinista y compositor francés sin renunciar al virtuosismo de los pasajes más complejos, todos perfectamente audibles hasta el más mínimo detalle.

Kian Soltani saluda a uno de los violinistas de la OSPA al acabar el concierto en el Auditorio. | Irma Collín

El ausriaco hizo destacar sobre todo la nobleza sonora de su instrumento, un chelo Stradivari “London ex Boccherini” y un gusto particular por el glissando, de nuevo en favor de la expresividad de la partitura. Su lectura de este concierto fue un recorrido por las posibilidades expresivas del chelo, desde la solemnidad del comienzo del tercer movimiento hasta la ingenuidad del segundo.

El concierto supuso también el regreso a Oviedo de la directora Marcena Diakun, bien conocida por los músicos de la sinfónica asturiana. Tanto el violonchelista austriaco como la directora recibieron una sonora ovación del público asturiano tras poner le punto final al programa Seronda III.

Diakun, al frente de la OSPA, favoreció al solista con una agrupación que, comedida, acompañó a Soltani desde un segundo plano, dejándole total libertad. Además de la aprobación del público, el abrazo entre directora y chelista dejó constancia de la satisfacción de ambos. Como propina Soltani interpretó una versión muy personal de la Sarabanda de la suite n3 de Johan Sebastian Bach para violonchelo solo.

La segunda parte del concierto estuvo dedicada a la primera sinfonía de Brahms. Una obra de repertorio en la que la OSPA hizo una buena labor de conjunto en la que Diakun, muy cómoda y segura desde el podio, favoreció también las expresividad, especialmente en movimientos como el segundo, con un trabajo más camerístico, delicado y con balances ajustados, en contraposición a otros movimientos, como el primero y el cuarto, en los que dio prioridad a la sonoridad compacta y al volumen del conjunto.

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