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Celia Bernardo | Diseñadora de moda

“Después de vestir a ’Sex Education’ me encantaría colaborar con Almodóvar”

“Cada vez hay más gente que en lugar de comprar cinco vestidos baratos prefiere uno con diseño atemporal y de buena calidad”

Celia Bernardo. | firma

Celia Bernardo (1979, Oviedo) tiene la mente llena de flores, colores y estilo vintage. Apasionada de la moda, siempre fue fiel a su sello y por eso abandonó su trabajo como diseñadora en Inditex, para arriesgar con nombre propio: CeliaB. “Lo difícil es aprender que el éxito va y viene, que a veces hay que volver a empezar de cero”, explica. Aunque le ha salido bien, tras una larga trayectoria por Asia y su colaboración con la serie de Netflix “Sex Education”, inaugura hoy su propio espacio en Oviedo.

–¿Qué le hizo regresar a Oviedo después de haber vivido en diferentes países?

–La decisión de establecerme de manera más estable fue por el covid. Por otra parte, después de pasar en Asia casi diez años ya tenía ganas de asentarme en un continente un poco más familiar, no estar lejos de mi gente. Entonces asenté en Oviedo mi base, que es donde viven mis padres y viajaba desde aquí hasta los lugares donde trabajo (Asia, EEUU, Oriente Medio, Europa...). Llegó la pandemia y nos cambió la vida, monté el espacio donde tengo el showroom y desde aquí manejo todas las operaciones.

–¿No descarta moverse de nuevo?

–Estoy deseando que abran fronteras con China, ese primer viaje va a ser para sentir que estamos saliendo de esto. Afianzarme en otro sitio, por ahora no, quizá más adelante por motivos estratégicos. Aunque se puede trabajar de forma remota desde cualquier lugar, sigue teniendo limitaciones.

–Después de tanto tiempo fuera, ¿cómo ha encontrado la industria de la moda en Asturias?

–La industria no sé, porque sigo fabricando en Asia. A nivel de mercado me está sorprendiendo gratamente Oviedo porque hay interés por la moda. Muchas clientas se acercan al espacio, con cita previa, a ver la colección y veo esa curiosidad por conocer cosas nuevas. En verano vinieron unas chicas de origen asturiano que viven en el Caribe.

–En estos momentos se llevan mucho los estampados coloridos, con flores, el flúor,... ¿Eso ha influido en el incremento de ventas?

–Un montón. Después de la pandemia hacía falta moda optimista, alegre, con color... Lo notamos a finales del año pasado, eso disparó las ventas y se ha mantenido así hasta el momento.

–Por otro lado, existe cierto rechazo hacia la ropa que no ajusta su precio al de las grandes cadenas…

–Eso es un problema común en el mercado español. Se lleva mucho el producto masivo y todo está colonizado por las grandes cadenas. Las consumidoras se piensan que un vestido cuesta 30 euros, cuando eso a mí no me cubre ni la mano de obra que conlleva. Por una parte, se valora un producto especial o distinto, pero no hay conciencia acerca del precio real que tienen las prendas. Cuando se produce en escala pequeña con buenas calidades y buenos acabados, repercute en el precio final. Aunque va cambiando la mentalidad.

–¿Sí?

–Cada vez hay más gente que lo entiende y en lugar de comprar cinco vestidos baratos prefiere adquirir uno con diseño atemporal y de buena calidad. Por ejemplo, en Estados Unidos el producto arrasa e incluso es percibido como un diseño de muy buen precio. En Europa cuesta algo más, poco a poco…

–Comenzó trabajando en una gran potencia como Zara, ¿cómo resulta el cambio?

–Cuando trabajé allí fue una gran experiencia porque aprendes un montón, es el número uno. Aunque llegó un momento en el que me cansé de hacer tantos productos de consumo rápido, sin valor. Yo tenía mi visión particular de la estética y un universo creativo que quería explotar de forma personal. Quería productos más duraderos. Me lancé a la piscina cuando vivía en Shanghái después de hacer mucho trabajo de campo. En ese momento el mercado estaba receptivo a nuevas propuestas y se unió todo.

–¿Es difícil abrirse hueco en el mundo de la moda?

–Encontré muchas trabas, lo más complicado es la soledad. Tienes que invertir en ti, enfrentarte a un mercado muy saturado y hacerte ver. Cuando empecé, mi estilo no se llevaba nada. Lo difícil es mantenerse, aprender que el éxito va y viene, que a veces hay que volver a empezar de cero.

–¿Qué sintió al ver sus diseños en una producción a nivel mundial como “Sex Education”?

–Es increíble. Siempre me encantó la serie y el estilo del vestuario. Estaba segura de que mis diseños iban a encajar bien y así fue. Me compraron diez vestidos en marzo de 2020. Es un hito alcanzar ese nivel profesional.

–¿Eso significa que se verán más diseños suyos en la próxima temporada?

–Yo confió en que Rosa Díaz, la directora de vestuario, vuelva a llamarme. No sé si usarán el resto de los vestidos u otros nuevos, ella me ha dicho que quiere que todo su armario sea con mi ropa.

–¿Algún otro proyecto de este tipo?

–Todavía no lo puedo decir, porque no está confirmado.

–¿Y a nivel utópico?

–Me encanta el vestuario de las series de Euphoria o Mrs. América. El cine también me encanta, sería genial vestir una película de Almodóvar.

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