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Pablo Arias: “La Garma nos enseña la vida diaria de civilizaciones ya extinguidas”

“El conjunto alberga muestras de arte rupestre declaradas Patrimonio de la Humanidad”, afirma el científico, premio nacional de Arqueología

Margarita Fernández Mier y Pablo Arias Cabal, ayer, en el Club Prensa Asturiana. | Irma Collín

“El conjunto arqueológico de La Garma (Cantabria) es extraordinario porque nos permite acercarnos a civilizaciones ya extinguidas. Allí vivieron antepasados de los homínidos actuales, hubo animales y niños que han dejado sus huellas”. Lo dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA el arqueólogo ovetense Pablo Arias Cabal, catedrático de la Universidad de Cantabria y flamante premio nacional de Arqueología por los trabajos realizados en el área de La Garma, donde se encuentran 15 yacimientos cercanos a Santander, descubiertos hace 26 años, y equiparables a los de Altamira o El Castillo.

Pablo Arias: “La Garma nos enseña la vida diaria de civilizaciones ya extinguidas”

En la zona se encuentra una de las mayores concentraciones de vestigios del paleolítico de Europa. Entre sus “tesoros” destaca un conjunto de 400 pinturas rupestres que ha sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Arias Cabal ha merecido el II Premio Nacional de Arqueología y Paleontología de la Fundación Palarq por el proyecto “La montaña del tiempo. Exploración de un campamento paleolítico en La Garma”, del que habló ayer en el Club.

“La Garma es un sitio tan extraordinario que teníamos que ser capaces de estudiarlo dejándolo tal como lo habíamos encontrado. Era un sitio único en el mundo y era preciso buscar nuevas maneras de hacer Arqueología que permitieran compatibilizar el conocimiento con la conservación”, indicó el científico.

Le presentó Margarita Fernández Mier, catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo, quien destacó la relevancia de los descubrimiento de Arias Cabal para el estudio de la prehistoria en España y en el resto del ámbito europeo.

En la colina que excavan Pablo Arias y su equipo existen varios pisos de un conjunto de cuevas más complejo de lo que parece. Una de las joyas de todo ese entramado es la galería inferior, ubicada a 59 metros sobre el nivel del mar, con los accesos bloqueados después de la quinta glaciación. “Tenemos que entrar como Papá Noel, por la chimenea, no existe otro modo”, señaló el investigador. En la cima del montículo también se conserva un castro de la edad del hierro. “Tenemos todos los periodos representados: Mesolítico, Neolítico, Bronce, Edad del Hierro, Edad Media... Solo falta el romano”, indicó Pablo Arias.

“Los pobladores de toda esa zona eran individuos inferiores a nuestra especie, los restos son del tipo de los hallados en la sima de los huesos de Atapuerca”, explicó el investigador.

En las cuevas y galerías han aparecido restos de elefantes, ciervos y monos, manipulados allí mismo por el hombre. “Es importante porque es un yacimiento primario, donde realmente estuvieron los antiguos habitantes al menos hace 400.000 años; es la datación mas antigua del norte de la Península Ibérica”, aclaró Arias Cabal.

“Entre los hallazgos se encuentran objetos para el procesado de los animales”, añadió. Una de las piezas de interés es un diente de caballo raspado para quitarle el esmalte que precisamente tiene grabada la figura de un equino. En otra galería han aparecido huellas de niños y pedazos de arcilla con los que presuntamente jugaban.

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