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Fallece “Pilu”, pintor y vecino ejemplar de La Corredoria

Nacido en Turón, sacó a su familia adelante durante la postguerra y fue ciclista profesional hasta que sufrió un accidente de tráfico

José Suárez Fernández, conocido popularmente como “Pilu”

Si pregunta en La Corredoria por “Pilu”, es probable que la mayoría de vecinos se deshagan en halagos. Hasta hace dos días, José Suárez Fernández (nombre con el que fue bautizado) era un imprescindible en su barrio. Un accidente automovilístico apagó la luz de este vecino, conocido como minero, ciclista y pintor; aunque también como padre, abuelo, amigo y consejero. “Sacó a cuatro hijos adelante, estaba acostumbrado a sobrevivir desde tiempos de postguerra”, cuenta su hijo David Suárez.

Un retrato de su mujer, Marina Fernández, cuando era joven

Nacido en 1937 en el pueblo de Turón, se vio obligado a ejercer el papel de cabeza de familia a una edad muy temprana. Cuando tenía nueve años, su padre, de profesión zapatero, fue enterrado en una fosa común tras ser fusilado a orillas de un río por pertenecer al bando republicano. Este episodio convirtió su juventud en una lucha por los valores de izquierdas y la supervivencia. Trabajó como mozo en casa de gente adinerada, en el campo con los ganaderos y a los 14 bajó a la mina. Durante este periodo, su método de evasión fue una bicicleta. La primera fue alquilada, la segunda costó 800 pesetas y trajo motivación.

“Llego a codearse con los grandes, como Vicente López Carril”, cuenta su hijo. Esta pasión le dio mucha vida pero casi se la quita en dos ocasiones. A los 26 años, el impacto con un Dauphine truncó su sueño deportivo, aunque trató de mantener la afición al me nos hasta los 76, cuando otra colisión le hizo aparcar sus bicis. Pero del tiempo para recuperarse del primer accidente y la necesidad de otros entretenimientos apareció la pintura. Obtuvo una beca en la Escuela de Artes de Madrid, de donde fue expulsado debido al chivatazo de un falangista relacionado con su pasado. Aunque no cesó el empeño por la pintura, ni por conquistar a Marina Fernández, de quien quedó prendado a primera vista y a la que insistió hasta que aceptó contraer matrimonio con él. Según su hijo, ella asegura que siguieron enamorados hasta el último día. Cuando esperaban a su primogénita, Regina, se mudaron a París para que “Pitu” pudiera cumplir su sueño.

Durante tres años, el artista se convirtió en uno más del Montmartre. Incluso le contrataron en una empresa de pintura industrial y tres galerías; pero las revueltas y la inestabilidad del país por aquel entonces hicieron mella en su mujer y decidió dejarlo todo por amor. De nuevo en Asturias, sacó adelante a tres hijos más, David, Samuel y Marta, mediante un trabajo en una empresa de decorado de vajillas de Colloto. Nunca dejó de pintar, sus hijos le recuerdan así: “Hacía los encargos a regañadientes porque creía que eso era prostituir el arte. Las mejores obras las creaba por iniciativa propia”.

Entre sus famosos pedidos está el cuadro de Rajoy, que le pidió el antiguo presidente del Partido Popular (PP) asturiano, Ovidio Sánchez. Pero que jamás recogió y terminó en uno de los locales de Mieres del empresario Juan Permuy.

Sus últimos años de vida los pasó en La Corredoria, donde sin pertenecer a ninguna asociación ayudó a todas. El concejal, y vecino del distrito, Alfonso Pereira, lo recuerda con mucho cariño: “Era la primera persona a la que llamaba cuando necesitaba consejo acerca de cómo hacer las cosas en el barrio”. Otra de las cosas que más añorarán sus allegados será el sentido del humor que le caracterizaba: “siempre tenía un chiste para cada situación”. Hoy Oviedo se despedirá de él a las 17.00 horas en San Juan el Real.

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