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Conchita Paredes | Directora del Archivo Histórico de Asturias.

“Los archiveros salvaguardamos la memoria histórica, no la reinterpretamos”

“Solo el descubrimiento de la verdad puede liberarte del sufrimiento, hay que saber qué pasó, interpretar por qué y llegar al conocimiento”

Conchita Paredes, en el Archivo Histórico de Asturias, en la antigua cárcel de Oviedo. | Luisma Murias

La antigua Cárcel Modelo de Oviedo se ha convertido en un lugar mucho más agradable de lo que fue en su origen, un espacio donde descansa el patrimonio documental de Asturias y donde se trabaja para ampliarlo, cuidarlo y darlo a conocer. La rehabilitación encajó como un guante para ubicar ahí en 2005 el Archivo Histórico de Asturias y gracias a ello la región dispone en Oviedo, en Ciudad Naranco, de un edificio que despierta el interés del visitante y que cumple una función. La institución, dirigida por Conchita Paredes, ha recibido el premio de la Asociación 13 Rosas por su lucha para preservar la denominada memoria democrática.

–¿Cuál es el objetivo del Archivo Histórico?

–Es el gran depósito de documentos de Asturias y tiene la misión de reunir y poner en valor el patrimonio documental asturiano.

–¿Qué patrimonio es ese?

–Todos los documentos que hayan sido creados en Asturias por cualquier institución pública o privada o por cualquier persona o familia radicada en este territorio, de cualquier época.

–¿Desde cuándo hay documentos?

–La documentación más antigua es una colección de música medieval, con partituras a partir del siglo XII. Desde ahí, lo más moderno es documentación judicial de 2014.

–¿Están satisfechos con la rehabilitación del edificio?

–Sí. La rehabilitación fue concebida desde el origen para ser un archivo y eso es fundamental a la hora de elaborar un proyecto arquitectónico. Tiene una estructura que nos permite unas circulaciones de la documentación muy fluidas. Además, por las dimensiones del edificio, tenemos una capacidad de crecimiento importante, somos uno de los archivos más grandes de España. Hay en torno a 33 kilómetros de documentación a disposición pública y nos queda algo menos del 50% de capacidad.

–¿Cómo se dan a conocer?

–Ahora mismo estamos haciendo una exposición sobre el Partido Comunista de Asturias y su participación en las huelgas mineras de 1962. Es una forma de dar a conocer un periodo de la historia a través del Archivo, de sacar a la luz aquellos documentos que pueden atraer al ciudadano y abrirle un poco el horizonte. Para nosotros es muy importante que la gente sepa que somos un servicio público. Otra cosa que cuidamos mucho son las visitas guiadas, hacemos dos al mes, concertadas. La última vez que lo hicimos (antes de la pandemia) fue un éxito enorme, en dos tardes asistieron 1.000 personas.

–¿Qué supuso para la institución el premio de la Asociación 13 Rosas por la salvaguarda de la memoria histórica?

–Una satisfacción, un orgullo y una alegría. Llevamos muchos años trabajando en el tema de la memoria histórica, procurando reunir documentación para su estudio y haciendo actos de difusión. Cualquier estudio que se haga sobre la memoria histórica o democrática de Asturias tiene que pasar por aquí sí o sí, aquí están las fuentes imprescindibles. Tenemos todos los expedientes de reclusos de esta cárcel, y de la extinguida cárcel del Coto de Gijón, del campo de concentración de La Vidriera de Avilés, toda la documentación de las instituciones del Movimiento Nacional, Falange Española, Frente de Juventudes, Sección Femenina, sindicatos verticales, de los tribunales especiales que se crearon finalizada la Guerra Civil.

–¿Memoria o hechos? ¿Es lo mismo?

–Alguien puede pensar cuando se habla de memoria histórica que es la memoria individual, pero cuando se habla de memoria democrática, o memoria histórica, no se trata de la memoria individual, es la memoria colectiva, es la historia colectiva, el conocimiento del pasado.

–¿Es necesario rescatar esa memoria?

–Es un tema polémico, muy controvertido. Hay opiniones que dicen que la recuperación de la memoria democrática es una manera de abrir heridas, de resucitar dolores, odios, enfrentamientos, yo pienso que es todo lo contrario. Solo el conocimiento de la verdad puede liberarte del sufrimiento, hay que saber qué pasó, interpretar por qué y llegar al conocimiento. Tenemos derecho a conocer la verdad y una fuente fundamental es la fuerte primaria, el documento. Para mí la memoria histórica no es el instrumento que sirve para abrir heridas sino todo lo contrario.

–¿Será un tema menos espinoso alguna vez?

–Tendría que serlo. El franquismo es un periodo de la historia de España, lo que pasa es que es un periodo que está muy cercano, nosotros no vivimos la Guerra Civil pero la vivieron nuestros abuelos, y cada uno tiene su Guerra Civil en casa, su historia en casa, de un bando o de otro, o de ninguno, por eso mueve tantas pasiones; sin embargo, cuando analizamos el Trienio Liberal y uno habla del general Riego no pone esa pasión. Nuestro pasado tan reciente nos toca de lleno y por eso hay tanta polémica y tanta visceralidad.

–¿Pueden los archiveros darle algo de frialdad al asunto?

–Los archiveros tenemos un código deontológico, custodiamos la documentación, la información, y nuestra obligación es ponerla al servicio público, no cargamos de ideología los documentos, son como son, no interpretamos la historia, custodiamos las fuentes para la interpretación de la historia. Cuando alguien viene a buscar documentación relativa a memoria, tengo que darle todo lo que hay, de un bando, de otro bando, de un sesgo y de otro, y es el investigador el que llega unas conclusiones que tienen que ser científicas, uno no puede decir que hubo tantos fusilamientos si no los hubo, por mucho que quieras demostrar que el régimen fue malísimo. Si son 500 son 500. Pero tampoco se puede hacer lo contrario. Ahí está el documento donde se demuestra que de tal a tal año hubo tantos muertos, tantos presos, tantas penas de muerte; eso está ahí, eso no tiene sesgo ideológico, eso es la verdad. Luego hay que interpretarla historiográficamente.

–¿Entiende la gente lo que es la memoria histórica?

–Quizás no se entienda del todo porque todo el mundo pone sentimiento y yo creo que los archiveros lo que tenemos muy claro es que nuestra función es intentar reunir el mayor número de fuentes posibles para el conocimiento del pasado y ponerlas a disposición pública. Y eso lo estamos cumpliendo, estamos salvaguardando la memoria. El archivero no la reinterpreta.

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