El monasterio de San Pelayo asistió puntual la tarde de Nochebuena a la tradición de origen medieval de la calenda, el canto gregoriano con el que las monjas anuncian cada año la llegada al mundo de Jesús. A diferencia del año pasado, las hermanas cantaron sin mascarilla, pero guardando las distancias de seguridad, ante un aforo limitado pero completo, con decenas de ovetenses incondicionales de uno de los actos más singulares de las celebraciones navideñas de la ciudad. En la imagen, un instante de la calenda.