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El vía crucis de una vecina de Ventanielles en silla de ruedas

María del Carmen Montes, que padece una enfermedad rara, peregrina de consultorio en consultorio buscando una atención médica que no llega

María del Carmen Montes en el barrio de Ventanielles

Chiari y siringomielia. Esas dos palabras cambiaron la vida de María del Carmen Montes hace ya cerca de una década. Y es que así se denomina la rara enfermedad que padece la ovetense y que la ha anclado a una silla de ruedas. Esta circunstancia personal sitúa a María del Carmen Montes, que ahora tiene 66 años, fuera de los márgenes de los pacientes al uso: requiere de una atención personalizada, tanto en su día a día como en los momentos en los que, ante cualquier eventualidad o agravamiento de sus dolencias, debe acudir a los servicios sanitarios. Pero esta premisa, en un escenario como el actual, no se está cumpliendo. Así lo denuncia la familia de María del Carmen Montes, que durante estos últimos días ha padecido un auténtico vía crucis por distinos centros sanitarios, donde no acaban de darle la atención precisa. 

La enfermedad rara que padece esta vecina de Ventanielles afecta a su tejido cerebral, que invade la médula espinal y se desarrolla de forma progresiva hasta afectar a las capacidades motrices. En la actualidad, Montes se encuentra en silla de ruedas con respiración asistida, una traqueotomía y una PEG (gastronomía endoscópica percutánea, un tubo flexible de la pared abdominal hasta el estómago para administrar líquidos y nutrientes). El lunes por la mañana amaneció con una gran congestión y dada su patología su hija, Zara María Hernández, decidió solicitar atención médica, algo que resultó imposible: "Nadie ha valorado su caso, no se trata de una paciente al uso", denuncia su hija.

"Llamamos al centro de salud de Ventanielles pero no nos cogieron el teléfono. Fuimos hasta allí y nos dijeron que esperásemos en el domicilio a que acudieran atenderla y hacer una PCR. Pasaron las seis de la tarde, el ambulatorio cerró y permanecimos sin saber nada", cuenta Hernández. Decidieron llamar a La Lila y desde allí les derivaron a La Corredoria, que tampoco respondía a las llamadas. 

Cuando consiguieron contactar con el médico de guardia del ambulatorio de La Corredoria le recomendó cambiar la dosis del antibiótico que toma regularmente, sin valorar su situación de forma presencial, según aseguran. "Hablamos de una persona que duerme con oxígeno", explica su hija, quien vive en un edifico contiguo para poder hacerse cargo de su madre, con la ayuda de una interna y la de su padre. Hace ocho años comenzó a padecer los síntomas de esta enfermedad y requiere atención constante. Dada la situación, tal como afirma su hija, la única alternativa es acudir a urgencias en el HUCA, "porque nadie atiende las llamadas en el 112". 

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