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El kiosco del Bombé recuperará el alero que lo coronaba en el proyecto original

El plan para rehacer la estructura, desaparecida, se inspira en piezas del templete de Noreña y otras originales halladas en un almacén municipal

El kiosco, a principios de siglo, todavía con el lambrequín en el alero. LNE

Cuando el enésimo intento por volver a poner en pie el kiosco de la música del Bombé se acerca a la hora de la verdad –los trabajos deberían arrancar dentro de dos semanas–, la promesa de ver de nuevo en pie el templete añade otro aliciente al proyecto. Tal y como planteó en 2013 la propuesta de Clara Rey-Stolle, un plan de actuación que ahora se ha incorporado en el nuevo documento técnico que regulará esta restauración, el kiosco de De la Guardia no solo recuperará el buen aspecto de las últimas décadas, sino que añadirá uno de los elementos más singulares que el arquitecto municipal incorporó en su diseño y que el tiempo hizo desaparecer: un alero profusamente decorado que coronaba la estructura.

Solo las fotos más antiguas, las de finales del siglo XIX y principios del XX –el kiosco se inauguró en 1888– permiten ver el aspecto superior de la estructura. Tal y como lo describe Rey-Stolle, era “un alero perimetral octogonal, del que colgaba un amplio lambrequín que en la parte superior dejaba paso a pequeños frontones con máscaras centrales, y que remataba adecuadamente la composición”. En la actualidad, concluye, incluso recuperándose todo el conjunto, la construcción del kiosco sería “incompleta” sin este elemento.

El alero tenía más de un metro de vuelo, y sus frontones incluían una decoración con motivos vegetales y volutas de capitel en los tímpanos y adornos de inspiración clásica, con caras estampadas, en el vértice. La cornisa también estaba estampada, con el citado remate de lambrequín estampado. Todos estos elementos que en el proyecto de De la Guardia se debían de ejecutar en zinc se hicieron finalmente en fundición, similares a los que hoy se pueden observar todavía en el kiosco de Noreña. Este templete de música y el de Grado son, precisamente, hermanos pequeños del de El Bombé, también diseñados por Juan Miguel de la Guardia pero con una dimensión y detalles más sencillos que el ejecutado en Oviedo.

Precisamente el kiosco de Noreña servirá para reconstruir esos frontones, que allí sí se conservan. Y en su historia también se puede rastrear la desaparición de los elementos del alero del de Oviedo. En Noreña, tal y como cuenta Rey-Stolle citando a Fanjul Cabeza, “en 1913 se introducen importantes reformas en los jardines de la Plaza, y en el quiosco se procede a anular el lambrequín que colgaba de la cornisa para dejar más a la vista la arquería de arcos rebajados, con lo que se intentaba quitarle pesadez y dar mayor embellecimiento a la construcción. Esta reforma vino impuesta por la estética modernista de la época; lo que imitaron otras poblaciones españolas, como fue el caso de Oviedo con El Bombé”.

Es de suponer, pues, que el lambrequín desapareciera en las primeras décadas del XX, aunque en una placa de cristal fechada hacia 1920 el kiosco de Oviedo todavía lo conservaba.

Para poder reconstruir todos esos elementos también ayudará una de las caras estampadas que coronaba el vértice del frontón, elemento que en 1970 ya estaba desaparecido. Según explica Rey-Stolle, durante la redacción de su proyecto “se localizó una acrotera central del frontón, conservada en los almacenes del Ayuntamiento, hecho que hace viable su posible reproducción”.

Todos esos elementos son los que ahora, en el proyecto de ejecución que firma Jovino Martínez Sierra, y que se subordina al de Rey-Stolle, se van a intentar recuperar.

La restauración, pendiente del permiso de Patrimonio, no podrá empezar hasta febrero

C.L.

A los siete años de retraso que lleva la restauración del templete de De la Guardia en el paseo del Bombé habrá que sumar unas semanas más. El modificado del proyecto incluido en la cuarta licitación de las mismas obras –las dejó a medias una empresa en 2015 y dos veces se trataron de adjudicar sin que nadie quisiese llevarlas a cabo– obliga a que el expediente obtenga un nuevo visto bueno del área de Patrimonio del Principado. Desde la Consejería de Cultura esperan recibir la solicitud municipal para informar “de manera inminente”, pero los trámites se alargarán durante unos días y los trabajos de la UTE formada por Promogrado y Sardalla Española no podrán comenzar hasta el mes de febrero. El área de Infraestructuras, que dirige el teniente de alcalde Nacho Cuesta, confía en que los técnicos comiencen a desmontar la cerrajería decimonónica a principios del próximo mes. Los trabajos de restauración del kiosco tienen una duración prevista de cinco meses. Las cuentas, si todo sale bien, llevarán las obras hasta junio. Queda cosa de medio año para volver a ver en pie uno de los símbolos del Campo San Francisco. Para entonces, previsiblemente, se conocerá también el futuro inmediato de su estructura anexa, el edificio del Pavo Real. Actualmente, una demanda del colectivo Los Franciscanos sobre su legalidad ha paralizado los planes hosteleros para el añadido, que se inuguró en 1993 y fue ampliado dos años más tarde. La protección del kiosco, un Bien de Interés Cultural, pide retirarlo o, al menos, liberar sus bajos devolviendo a su estado original, cuando fue una cafetería.

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