Se fue de forma sigilosa, con la misma discreción con la que, según describen quienes la conocían, trabajó por una sociedad más justa e igualitaria. Justina Perales, histórica militante socialista que ocupó varios cargos orgánicos en el PSOE ovetense y regional en los años de la Transición, falleció en la noche del sábado a los 79 años en Barcelona, adonde se mudó poco antes de la pandemia para estar más cerca de sus hijos y nietos.

Natural de León, Perales estaba casada con el que fuera gerente del Hospital General en los años 70 y nuevamente responsable del HUCA en los 90, José Sanchís Moll, con el que llegó a Asturias allá por 1968 y a quien siguió por otros destinos laborales como Valencia, Valladolid o la propia capital catalana.

Hija de dos históricos falangistas como Narciso Perales, gobernador civil de León entre 1941 y 1942, y Justina Rodríguez de Viguri, la primera mujer afiliada a las JONS, Perales heredó de ambos la pasión por la política, eso sí, siempre desde una posición ideológica totalmente opuesta. En 1975 se afilió al PSOE de la mano del notario lenense Pepe Rosales y comenzó a participar en reuniones clandestinas con el apodo de “Sira”, coincidiendo, entre otros, con el expresidente del Principado Juan Luis Rodríguez-Vigil y otros iconos socialistas asturianos como Emilio Barbón, al que admiraba.

Ocupó un papel muy activo en la campaña electoral de las primeras elecciones generales de la democracia. Buena oradora, cuentan sus colegas de partido que en aquella campaña fueron habituales sus intervenciones en los mítines celebrados por toda Asturias. Su peso en la organización fue tal que incluso fue candidata a formar parte de la comisión encargada de redactar el proyecto de Estatuto de Autonomía, junto a otros nombres como Pedro de Silva, Sosa Wagner o Jesús Sanjurjo.

Pasó 14 años en Barcelona y fue cuando su actividad política en la primera línea se atenuó, aunque nunca dejó de estar afiliada al Partido Socialista. “Allí no tenía contactos en el PSC y no pudo implicarse tanto”, explica su viudo, quien ayer mismo recordaba para LA NUEVA ESPAÑA las principales virtudes de la que fuera su inseparable esposa durante más de medio siglo. “Era una persona muy inteligente y perfeccionista, muy exigente consigo misma”, señala Sanchís con la voz entrecortada por la emoción.

Madre de tres hijos, Justina, Carola y José María, y abuela de dos nietos, Jordi y Ariadna, quienes más la conocían destacan su tenacidad para conseguir cosas al alcance de pocos. “Sacó la carrera de Ingeniería Agrónoma cuando apenas había mujeres que la estudiasen y también estuvo formándose en Roma”, relata Carola, hermana melliza de José María.

En Oviedo, donde vivió hasta hace tres años, dejó huella, pues además de trabajar durante mucho tiempo como funcionaria en el Catastro, fue miembro destacada de Tribuna Ciudadana, formando parte de la directiva en dos etapas diferentes y acudiendo sin fallo a las conferencias y actos organizados por el colectivo.

La salud de Perales empezó a resentirse hace tres años cuando ella y su marido decidieron mudarse a Barcelona para estar más cerca de sus hijos. El matrimonio era muy conocido también en el verano llanisco, pues tenían una casa en la localidad de Poo, donde solían pasar las vacaciones estivales cada año.

El cuerpo de la fallecida, según informaron los familiares a este diario, será incinerado y trasladado a Madrid, donde descansan los restos de sus padres. Tanto Pepe Sanchís, como conoce el círculo más cercano al viudo, como sus tres hijos agradecieron las muestras de cariño recibidas por la pérdida de “una gran luchadora”.