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Los niños del colegio Nazaret de Oviedo: pequeños doctores con grandes conocimientos

Los alumnos de infantil se implican en un proyecto para conocer el cuerpo humano y cuidar de la salud en tiempos de pandemia

Los niños de tres años del colegio Nazaret durante el proyecto. Fernando Rodríguez

Mateo tiene tres años, y como todas las mañanas ha desayunado para acudir al colegio Nazaret con energía. La diferencia es que ahora conoce el proceso de digestión que lleva realizando desde que tiene uso de razón. "Mi comida ahora está en el intestino grueso", afirma este pequeño potencial doctor. Tanto él como sus compañeros de clase de infantil están realizando el programa "Así crecemos", para aprender a reconocer las partes del cuerpo humano, su función y como cuidar de ellas. "A raíz del covid nos pareció interesante implementar un programa para que aprendieran a cuidar de su salud e higiene", cuenta la tutora de este curso, Carmen Rodríguez.

El Nazaret lleva un tiempo trabajando mediante proyectos en los que se implica padres, estudiantes, personal docente y cualquier trabajador vinculado al centro. A la vuelta de navidades decidieron comenzar estas jornadas, que se alargarán hasta el día de Carnaval, para vincular tejidos y órganos con medidas de prevención adaptadas a la pandemia mediante unas clases plagadas de sorpresas. Primero apareció la mascota del curso, un peluche de colores, vestida con una bata; más tarde el robot interactivo llegó cubierto de tiritas y por último se incorporó "Manolín", un esqueleto con las vísceras a modo de delantal.

"La idea es motivarles cada día con alguna cosa, así son partícipes del proceso mediante actividades, juegos y cuentos. Por ejemplo, con 'Manolín' están emocionados", explica la docente, y no le falta razón, ya que Laura y Daniel sostienen las huesudas manos de esta nueva incorporación y señalan las partes que la componen. También hay recortables tamaño niño para que construyan con ellos a una "personita" y un consultorio médico, situado en el pasillo, que no dista mucho de los reales, exceptuando que los instrumentos son de plástico y que pasan consulta unos diminutos doctores.

Los alumnos de tres años del colegio Nazaret durante el proyecto de cuidado del cuerpo humano y salud FERNANDO RODRIGUEZ

Cada día hay un capitán del equipo para gestionar que el ambulatorio atienda a sus pacientes como es debido y convertirse en médico jefe: hoy le toca a Xiada, que "va a curar a mucha gente". Comienza un baile de fonendos, vacunas e instrumental odontológico; pegado a la pared hay un panel de letras de diversos tamaños destinadas a revisar la vista y en la mesa multitud de muñecos que esperan a ser tratados. "Van cogiendo los conceptos a base de repetirlos a diario. Cada semana hay una temática especial pero lo más importante siempre está presentes", afirma Rodríguez.

Si hay algo siempre en la atmósfera es el tema covid, que se encuentra vinculado al día a día de los pequeños. "Están muy concienciados con ello. Algunos han tenido casos en sus hogares y saben de qué se trata", dice la tutora, por eso las manos se lavan con mucha frecuencia y la aguja de juguete está destinada a acabar con el virus.

El cambio real que ha traído la pandemia, es el impedimento de invitar a padres relacionado con diferentes sectores sanitarios para que expliquen de primera mano sus conocimientos, tal como cuenta Rodríguez, mientras atiende al pequeño Daniel que se acerca para que le ausculte.

-¿Qué tienes ahí?-, pregunta la maestra

-El corazón-, responde el niño.

La última parte de las jornadas irá destinada a la comida, gran componente de la salud, e irán vestidos de cocineros para construir un muñeco de nieve a base de plátanos. "Con estas actividades aprenden a sentir en primera persona los conceptos estudiados", recalca Rodríguez. Así, poco a poco van desentrañando qué misterios guardan sus pequeños cuerpos, para, quizá, convertirse en grandes expertos en materias de cuidado.

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