María Oruña tenía una carrera asentada como abogada, con un puesto en un bufete internacional. Cuando nació su hijo, comenzó a escribir una historia basada en las historias de la Guerra Civil y la posguerra que le contaba su abuela. Aquello germinó en “Puerto escondido”, una novela que se convirtió en best seller internacional y que marcó el inicio de la carrera de Oruña como escritora profesional. Una trayectoria que ayer repasó, en un ágil diálogo con la periodista de LA NUEVA ESPAÑA Elena Menéndez Chorén, en el arranque del nuevo curso de “Las Tertulias del Campoamor”, que retornaban al teatro tras dos años de pausa por la pandemia.

Uno de los “leit motiv” del diálogo entre la escritora y la periodista fue la capacidad de Oruña para “enganchar” al lector, y también sus estrategias para mantener en todo momento su interés. “El sistema funciona cuando tratas con muchísimo respeto al lector. Cuando no hay trampas. Cuando no resuelves el misterio con algo inverosímil, sino que sea un juego de audacia”, explicó la autora gallega, cuya sexta novela, “Lo que la marea esconde” (que es además la cuarta de la serie protagonizada por Valentina Redondo) va por su sexta edición, con más de 400.000 ejemplares vendidos.

Volviendo a sus orígenes como novelista, Oruña explicó que en un primer momento no fue consciente de la dimensión del éxito que estaba cosechando su obra, ni de las implicaciones que tenía para su vida. “Seguí trabajando en el bufete, y contacté con un agente literario, tras recibir muchas negativas. Me dijo que había una editorial interesada, y lo que pasó es que se lio una tremenda, con el libro. Seguí trabajando, y tras hablar con mi marido acabé montando un despacho en casa. Pero no era consciente de lo que implicaba la promoción de estos libros. Así que acabé haciéndome escritora profesional, y tengo que decir que sufrí el síndrome de la impostora hasta hace muy poquito”, relató Oruña, que hizo sonreír a la nutrida audiencia que se dio cita en el Salón de Té del Campoamor con algunos retazos de lo que es para un autor de éxito participar en la Feria de Sant Jordi, codeándose con escritores totémicos y con un ajetreo continuo para llegar a todo.

Al hablar de la preparación de sus novelas, Oruña explicó que la documentación resulta una parte del proceso especialmente gratificante, y que en su caso es muy fructífera la relación con profesionales de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y relacionados, como son los forenses. “Yo era abogada laboralista, no tenía ni idea de derecho penal. Así que empecé llamando por teléfono, primero a la Guardia Civil, a un puesto rural como el que salía en la novela, y luego contacté con una forense, a la que recurro cuando tengo dudas”. Oruña tiene además claro que, si bien los crímenes que muestra en sus novelas son en apariencia inverosímiles, están bien fundamentados científicamente: “No son las noticias que te vas a encontrar en LA NUEVA ESPAÑA, hay que darles algo de fantasía, jugar con los sueños del lector”. La autora, por último, no descartó ambientar una futura novela en Asturias, y le gustó especialmente cómo se conoce al casco histórico ovetense: “El Antiguo, eso lo cogería para una novela”.