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El kiosco del Bombé abandona el Campo San Francisco de Oviedo 134 años después para su rehabilitación

El traslado temporal de las piezas de la estructura a Langreo dejará un vacío atípico durante los próximos meses junto al edificio del Pavo Real

Operarios, el martes por la mañana, retirando con una grúa varias piezas de la cubierta del kiosco. | Miki López

Corría el 22 de marzo de 1888 cuando el Ayuntamiento de Oviedo subastó públicamente las obras para levantar un kiosco de la música en el Campo San Francisco. Nueve meses más tarde, el día de San Mateo del mismo año, el templete se inauguraba con un gran baile en el paseo del Bombé. Este martes, casi 134 años después, operarios contratados para la rehabilitación del esqueleto metálico iniciaron su desmontaje, pieza a pieza, con el fin de trasladarlo a una nave de Langreo donde se acometerá la restauración.

La intención es que el kiosco luzca en su máximo esplendor, incluso recuperando una cubierta desaparecida a principios del siglo XX, de cara al verano. Mientras tanto, el espacio situado entre el Bombé, la biblioteca de la Granja y el edificio del Pavo Real quedará vacío para sorpresa de quienes visiten la parte alta del pulmón natural de la capital.

Aunque los trabajos para limpiar el entorno de la obra del Juan Miguel de la Guardia comenzaron hace una semana, no fue hasta este martes cuando el personal contratado para reverdecer los viejos laureles de la instalación musical comenzó a desmontar la cubierta que desde principios de 2015 permanecía atrapada en un amasijo de andamios abandonados.

Desde que se paralizaran las obras hace siete años, la rehabilitación del kiosco del Bombé se había convertido en un sinsentido lleno de contratiempos y trabas burocráticas que impedían eliminar un icono del abandono de uno de los espacios más emblemáticos del Campo. A los litigios con los adjudicatarios del proyecto de recuperación de la década pasada le siguieron más recientemente dos licitaciones fallidas.

Las buenas noticias tendrían que esperar al pasado otoño, cuando la concejalía de Infraestructuras dirigida por Nacho Cuesta consiguió adjudicar los trabajos por un montante de 386.000 euros a la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Promogrado y Sardesa. En los meses siguientes, la apuesta del equipo de gobierno municipal fue sorteando los últimos escollos, incluido el visto bueno de la Consejería de Cultura para actuar en un elemento protegido.

Las primeras piezas de la cubierta se encuentran ya en un taller del polígono industrial langreano de Riaño, donde los restauradores habilitarán su particular espacio de trabajo. Primero se analizarán las piezas de fundición y unión, luego se decidirá cuáles son posibles de recuperar para la causa de la rehabilitación y posteriormente se procederá a la refundición, en unas instalaciones de fuera de Asturias, de las piezas recuperables.

Una vez rehabilitadas todas las partes del puzle, a las que se sumará el alero del proyecto original que dejó de existir hace aproximadamente un siglo, los técnicos procederán a montar el kiosco en la nave langreana como si de un ensayo general se tratara. En cuanto que se confirme que el montaje es viable, operarios de la empresa adjudicataria volverán a desarmar las piezas y las trasladarán al pulmón verde ovetense para afrontar su montaje definitivo.

Si bien la previsión más optimista apunta a que el Bombé volverá a contar con un kiosco en perfecto estado de revista en verano, otras fuentes apuntan a que podría ser de cara a San Mateo, justo 134 años después de la inauguración, cuando el kiosco pueda albergar de nuevo una actuación musical para deleite de los ciudadanos más nostálgicos.

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