Oviedo acaba de perder a Toño Rodríguez, el abogado vinculado al Movimiento Comunista de Asturias en los años setenta y ochenta, uno de los fundadores del Pinón Folixa y vecino habitual del Antiguo desde su casa en la calle Magdalena, junto a su perrita Dora, su sombrero panamá y sus quevedos.

Manuel Antonio Rodríguez Gutiérrez falleció en la noche del sábado en Málaga, a los 69 años, de forma totalmente imprevista. Pasaba unos días de descanso en Málaga en compañía de su hermana y su cuñado cuando empezó a sufrir una crisis asmática que se complicó y acabó provocándole un paro cardíaco del que los sanitarios no pudieron rescatarle. La noticia sacudió a sus amigos en Oviedo esta mañana de domingo con sorpresa e incredulidad. Toño, que llevaba en sus apellidos postizos la señal de su compromiso con la izquierda local (Toño El Rojo, Toño el del MC, Toño el del Pinón) había superado graves problemas de salud en los últimos años y estos días se encontraba muy bien. Ayer les había enviado una fotografía tomando un vino y picando unas olivas en Málaga y en sus redes sociales había escrito: "Está todo dicho: soy rojo".

Nacido en el hospital militar de Oviedo en 1952 pero criado en Mieres, donde su padre era jefe de la Policía Local, Toño Blanco, apellido paterno al que luego renunciaría, regresó a Oviedo con 11 años, para estudiar interno en el Cristo y luego inauguró el instituto de Ventanielles. De la capital del Caudal, decía en unas memorias dictadas a LA NUEVA ESPAÑA hace cuatro años, sacó "la conciencia de la problemática social de jubilados y silicóticos y cómo se celebraban el 1 de mayo y los entierros de antifranquistas, de la casa al cementerio civil por todo Mieres". También, explicaba, amigos de organizaciones sindicales y políticas cristianas y conciencia política y cultural por el grupo de teatro "Barraca 2".

Empezó a militar en el Movimiento Comunista de Asturias en 1973, con su fundación. La militancia en la clandestinidad le obligó a dejar Oviedo y los estudios de Derecho en 1975. Ese curso estuvo refugiado en varios pisos de Madrid y a su regreso a la capital acabó la carrera y fundó el despacho en el que ejerció la abogacía durante treinta años. Se jubiló en 2015. Aunque alejado ya de la militancia activa en los colectivos de su juventud, Toño Blanco mantenía una preocupación activa por las cosas de la ciudad y participaba en diversas asociaciones culturales.

Toño Rodríguez durante una asamblea estudiantil en los años setenta. Santiago García

Su característica figura, con cierto dandismo, rictus serio pero atractivo, quedó ligada para siempre al chiringuito del Pinón Folixa, donde trabajó al lado de paisanos y amigos como Miguel Rodríguez Muñoz o Cheni Uría. De aquellos años guardaba el buen recuerdo de haber programado las actuaciones musicales y aquel memorable día en que Slash, se subió a tocar con “Stormy Mondays”. A Toño “el Rojo” le gustaba la música, el Real Oviedo (equipo del que había llegado a ser directivo con Eugenio Prieto) y le apasionaba la pintura. Fue, de hecho, un gran coleccionista y tuvo dotes artísticas que aplicó en la cartelería del_MC y en los diseños del Pinón Folixa.

Su amigo Miguel Rodríguez Muñoz lo recordaba ayer como un tipo “muy listo, muy rápido, con muy buena cabeza y muy divertido”. “Era un seductor, ocurrente, cariñoso y con un gran sentido de pertenencia al grupo, un conglomerado de personas al que él se refería como ‘la banda del coche colarú’”.

Desde el Ayuntamiento, el líder de la oposición, el socialista Wenceslao López expresó también sus condolencias. “Conocí a Toño el Rojo allá por la transición, a finales de los setenta, compartíamos muchas ideas y todos los principios”, explicó. “Después seríamos vecinos en las fiestas de San Mateo, él al frente del Pinón Folixa y yo de La Guinda”, cuando aún las históricas y representativas casetas de las fiestas de la ciudad, tristemente perdidas por ahora, se montaban a mano, entre voluntarios. Aún recuerdo su cara de satisfacción cuando fue a visitarme, como vecino del Antiguo, siendo yo alcalde”.

Las nuevas generaciones de la agitación vinculada a San Mateo reivindicaron también ayer su figura. Álvaro Villegas, miembro de La Folixaria, explicaba cómo muchos de ellos lo conocieron en el Pinón, donde les transmitió “su pasión por la folixa como motor de lucha popular”. “Se va uno de los nuestros, pero sabremos mantener su espíritu, por mucho que los intereses de unos pocos quieran negar a los ovetenses su participación en sus fiestas”, añadió.

La capilla ardiente ha quedado instalada en Los Arenales y este lunes a las 17.30 horas tendrá lugar un acto de despedida en el cementerio civil del Salvador.