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Aprender con los cinco sentidos: el Nazaret inaugura un aula multisensorial en Oviedo

El colegio introduce en su propuesta pedagógica un área pionero de interacción con el entorno

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Los alumnos del Nazaret de Oviedo estrenan aula multisensorial

Bolas de gel para estimular el tacto, leds de colores que atrapan la vista, diferentes tipos de sal para poner a prueba el gusto y aromas familiares que despiertan el olfato, todo ello mientras una música relajante se cuela en los oídos. Así, diferentes alumnos del Nazaret activan los cinco sentidos en la recién inaugurada aula multisensorial del centro. “Llevábamos años con la ilusión de comenzar este proyecto, pero no encontrábamos el momento para ponerlo en práctica”, afirma la profesora de pedagogía terapéutica y jefa de estudios, Belén Sainz.

Estos espacios educativos, también conocidos como “Snoezelen”, nacen en Holanda durante los años 70 con la finalidad de fomentar la interacción con el entorno a través de las sensaciones que se perciben de él. “La idea es que estén relajados para que experimenten y jueguen”, explica la tutora de infantil, Carmen Rodríguez, que se declara una mera espectadora de cuanto deciden hacer los protagonistas de las jornadas.

En ocasiones estas técnicas de estímulo se aplican a menores con necesidades especiales, pero son recomendable para despertar la curiosidad de cualquier pequeño. Por eso, el Nazaret se ha convertido en uno de los centros educativos pioneros en Asturias que destinan el área a estudiantes de infantil y primero de primaria: “Es otra visión... Más pedagógica que terapéutica”.

La intención es subir a los niños a esta sala del tercer piso, al menos una vez a la semana, donde les esperarán diferentes decorados y temáticas por sesión. En esta ocasión, con motivo del estreno, el aula se ha vestido con elementos marítimos. Los jóvenes entusiasmados realizan diferentes actividades en pareja. Alba y Julia se entretienen pegando estrellas de mar en un enorme tubo que genera burbujas de colores. Gael y Triana están envueltos en luces y observan diferentes animales de plástico encapsulados en un bote: “Hay un pulpo y una medusa”, exclaman. Lucía y Pablo han conquistado el “tipi” donde averiguan mediante linternas las especies se esconden en su interior. Ashley y Rebeca pescan pececillos que tienen que separar por color. Sara y Jaime realizan recorridos con pequeñas “perlas de ostras”. Gonzalo y Lucia juegan con una plataforma que propone pruebas de psicomotricidad e ingenio.

Al rato van rotando para poder explorar todos y cada uno de los rincones. “Quién pudiera ser niño”, exclaman los miembros de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (Ampa), que no quisieron perderse el comienzo de esta aventura sensorial. “Nada de esto sería posible sin la implicación de progenitores, docentes y la congregación de Hijas de María Madre de la Iglesia”, cuentan las maestras allí presentes, que aseguran que la colaboración abarcó desde la pintura o la limpieza hasta la habilitación de las instalaciones.

Durante las siguientes jornadas se representarán cuentos con luces fluorescentes sobre un foco de luz negra e irán cambiando los juegos y motivos decorativos. “No solo van a aprender y desarrollar habilidades. Creo que van a disfrutar mucho”, asegura Rodríguez. Al parecer, los párvulos del Nazaret han encontrado el sentido a las jornadas lectivas del centro. 

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