El cálido girasol se ha convertido en un emblema para Ucrania. A los pocos días de comenzar el conflicto bélico, una mujer se acercó a los soldados rusos y les ofreció un puñado de semillas de esta flor: “Deberían ponerlas en sus bolsillos para que crezcan en nuestras tierras cuando ustedes estén muertos”. Desde entonces, este simbolismo acompaña a los soldados y civiles que cada día plantan cara a la invasión. Ayer, en víspera del cumplimiento de un mes desde el inicio de la guerra, Amnistía Internacional quiso dotar a esta planta de contenido antibelicista. Decenas de personas se congregaron en la plaza de la Catedral, girasol en mano, para reivindicar el respeto a los derechos humanos en Ucrania. “Queremos que no caiga en el olvido la situación a la que se enfrentan los ucranianos cada día. Tanto los que están allí, como los que son vecinos nuestros y sufren aquí por sus familias”, señaló Elisa Puente, la portavoz de la organización en Asturias.
La primera petición, secundada por la música elegida por la Unión Musical del Principado para acompañar el acto –“Shalom Aleijem” (La paz sea con vosotros), “La vida es bella”, “Qué tiempo tan feliz” y el “Himno de la Alegría”–, fue un rotundo “no” a la guerra. La segunda imploraba que, hasta que pare el genocidio, al menos se proteja a la población civil del país. “No encontramos motivos al conflicto, pero si tiene que desarrollarse, que lo haga siguiendo el derecho internacional humanitario”, rogó Puente. Hasta la guerra tiene normas, y atacar a personas desprotegidas es un grave delito: “Se tiene que facilitar el acceso a la ayuda humanitaria, corredores para huir del conflicto, utilizar un armamento determinado... Sabemos que eso no ocurre y queremos que cese de inmediato”.
Por eso, Amnistía Internacional quiere investigar y denunciar los crímenes que se están cometiendo, para que una vez más la gravedad de la situación no llegue a oídos del mundo cuando la masacre haya sido perpetrada: “En el momento en el que todo culmine nos haremos a la idea de la magnitud del terror que se ha vivido”. A esta petición se unieron algunas figuras políticas, ciudadanos comprometidos y poetas asturianos que leyeron fragmentos de algunas obras sobre el exilio con motivo de alabar los valores imprescindibles de la concordia en tiempos oscuros.
