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La peor pinta del Oviedo antiguo

La proliferación de grafitis se dispara a escasas semanas de la instalación de trece cámaras de vigilancia que ayudarán a acabar con un problema que se perpetúa

La escalinata de la calle Ildefonso Martínez, llena de pintadas. | Irma Collín

Odas al alcohol, mensajes reivindicativos, firmas resultonas o caricaturas de temática sexual. Todo tipo de lemas tienen cabida en las pintadas que toman las paredes de las calles del casco histórico de Oviedo con más presencia que nunca a escasas fechas de la llegada de un proyecto con el que el Ayuntamiento quiere atajar un problema elevado a la categoría de vergonzante. Son ya muchos años, más bien lustros, los que la capital asturiana lleva batallando contra los grafitis anónimos. Después de varios planes específicos de limpieza solo efectivos en el corto plazo, el equipo de gobierno se aferra al sistema de videovigilancia que entrará en funcionamiento “en pocas semanas” para que las calles del casco histórico vuelvan a lucir como los chorros del oro.

La calle Fuero. | Irma Collín

El equipo de gobierno echará el resto con una doble vía de actuación que, además de fiar al poder disuasorio de la vigilancia con trece cámaras de última generación durante 24 horas al día, incluye un ambicioso plan de choque de limpiezas que precisará de permisos de varios propietarios privados para borrar hasta la última gota de pintura de la vista de los paseantes.

Una mujer pasea entre pintadas en la calle Postigo Bajo. | Irma Collín

A día de hoy no existe rincón alguno del Oviedo monumental sin rastro de esta práctica a medio camino entre el arte urbano y el vandalismo incívico. La zona de Postigo es de las más damnificadas, aunque el callejón dedicado a Ildefonso Martínez quizá sea el que más escandaliza a causa de la exposición de pintadas en cada una de sus fachadas.

Una pintada en una fachada de la Corrada del Obispo. | Irma Collín

El ecosistema que conforman las calles tomadas por los bares de copas tampoco se libra. Las persianas de los locales de Mon y Canóniga son claro ejemplo de ello, si bien los ataques con espray de colores golpean tanto o más fuerte en las fachadas de edificios como la Casa Sacerdotal, o los inmuebles repartidos a ambos lados de la calle San Vicente. Mención aparte merecen los entornos de las plazas del Paraguas y Sol, dos de los puntos donde se extremará la vigilancia por medio de las nuevas cámaras.

Pintadas y enseres en la confluencia de las calles Canóniga e Ildefonso Martínez. | Irma Collín

De funcionar esta apuesta municipal se acabará con una lacra que ha supuesto importantes desembolsos y dolores de cabeza al Ayuntamiento. En 2009, cuando todavía era alcalde Gabino de Lorenzo, el Consistorio invirtió 80.000 euros en un profundo lavado de cara del Antiguo. La actuación resultó un parche y nueve años más tarde el gobierno tripartito formado por PSOE, Somos e IU repitió fórmula, esta vez con un gasto de 60.000 euros, que luego se diluyó entre una proliferación todavía mayor de las pintadas.

Pintadas en la calle Canóniga. | Irma Collín

La esquina de la Corrada del Obispo con la calle Canóniga. | Irma Collín

Un hombre pasa junto a una pintada en la calle San José. | Irma Collín

Una gran pintada en la calle Ildefonso Martínez. | Irma Collín

Pintadas entre Trascorrales y la calle Mon. | Irma Collín

Pintadas en la calle San Vicente. | Irma Collín

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