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Ratas en un bloque de pisos de La Corredoria: “Se meten en casa”

Los ocupantes de las viviendas sociales de Antidio Velasco denuncian la proliferación de roedores, grietas y humedades

De izquierda a derecha, Antonio Rosillo con Aday Rosillo, Justina Fernández, Mari Carmen del Valle con Indira González, Bernardo Sánchez, Sonia Gabelas, Maite Orozco, Josué Rosillo y Arantxa Navarro. | Irma Collín

A los vecinos que ocupan las viviendas de protección oficial de la calle Antidio Velasco, en La Corredoria, se les han metido en casa unos molestos inqulinos que no son bienvenidos: ratas. La enorme grieta que atraviesa algunos bajos del bloque de edificios es el refugio de los roedores, que se han instalado en esta comunidad del barrio de manera indefinida. “Ni siquiera abrimos las ventanas, porque entran en las casas por ellas desde los canalones”, señala la presidenta de la comunidad, Sonia Merediz. Esta mujer, que lleva 17 años de residente y nueve en el cargo, observa cómo las condiciones de vida de los vecinos “no hacen más que empeorar”.

Los pisos, situados en pleno corazón del Conceyín, pertenecen a Viviendas del Principado de Asturias S.A. (VIPASA), empresa que gestiona el parque público de inmuebles, los cuales alquila a un precio asequible a familias en riesgo de exclusión. Aunque hace ya dos meses los habitantes alzaron la voz a través de LA NUEVA ESPAÑA, quejándose de una situación que venían padeciendo hace años, más que amparo lo que han recibido es olvido. Goteras, fisuras, malos olores, acumulación de basura y plagas de insectos son algunas de las muestras de la precaria situación que afrontan a diario.

Merediz se encargó de hacer llegar a la cooperativa las consecuencias de la caótica situación, que previamente habían denunciado por medio de visitas y escritos. La reacción por parte de VIPASA no se hizo esperar, pero las soluciones sí. “Vino un perito a comprobar el estado de las casas. Aseguró que no había peligro de derrumbe, aunque se estudiaría el tema de las grietas en los baños”, cuenta la presidenta. Sobre las ratas, “ni se inmutaron”.

A su vez el Consitorio envió algunos operarios a desratizar, pero según aseguran fue en una ocasión y no sirvió de nada: “Hay tantas que resulta imposible acabar con ellas de ese modo”. En ocasiones los vecinos dejan bolsas con matarratas en las zonas donde se concentran los roedores –el armario donde se encuentran los contadores del gas– pero han llegado a verlos salir huyendo del lugar con ello en la boca. “¡Esto es inhumano!”, exclaman los residentes.

Lo peor, tal y como defienden los afectados, es que no se trata de un problema enquistado de “puertas para fuera” de las casas, ya que cada vez son más las ocasiones en las que estos animales recorren a sus anchas los portales y se cuelan en los domicilios. “Muchos no nos atrevemos a sacar la basura”, coinciden los perjudicados. Y no son pocas las ocasiones en las que los hijos de los alquilados han llamado atemorizados al encontrarse “alguna rata enorme” cuando volvían de la calle: “Aquí hay niños pequeños, esto no se puede tolerar”, denuncian. La población infantil va en aumento en la zona y las preocupaciones se centran en su desarrollo: “Los niños están creciendo entre porquería y bichos”.

Tal es el temor a la presencia del desagradable visitante inesperado, que apenas se ventilan los hogares, lo cual contribuye a la aparición de otras especies y ciertas patologías. “Mi armario está lleno de polillas y el médico me ha dicho que tengo asma de tanto respirar humedades y hongos”, cuenta Merediz.

La construcción está edificada en zona inundable, dicen los vecinos, y tanto la brecha en el yeso como las roturas en los canalones hacen que la presencia de humedades en las viviendas sea contante; en especial cuando las condiciones meteorológicas son adversas. “No sirven los deshumidificadores que compramos”, explican. Tampoco tiene sentido invertir en pintura o reparaciones de techos, suelos o paredes ya que el desconchamiento vuelve a abrirse paso.

“Nosotros estamos muy a gusto aquí”, defienden, son estas adversidades las que convierten su rutina en una pesadilla. Por eso, hacen un nuevo llamamiento a soluciones... Y a la aplicación de raticida.

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