Ilusión, esa es la definición unánime que viandantes y cofrades asociaron al Domingo de Ramos. Después de dos años de parón debido al covid las ganas se acumulaban y la Borriquilla se moría por salir. Con un sol radiante en el cielo y los braceros preparados para su primera ruta hacia la catedral, el paso emprendió camino entre devotos que movían las palmas al ritmo de la recién estrenada banda Nuestra señora del Carmen, de origen leonés.
“Había muchos nervios”, coinciden miembros de las diferentes hermandades que apoyaron a la Cofradía de la llegada de Jesús a Jerusalén. El recorrido salió según lo previsto y el apoyo de los fieles fue indispensable. “He venido a la bendición de palmas todos los años”, aseguraba la devota Belén Freire, que esperaba emocionada la llegada a San Salvador. Familias de fieles, como los Murillo-Díaz, turistas gallegos, como los Botana-Mosquera o nuevas incorporaciones entre las filas, como la pequeña Clara de tres años, se convirtieron en parte de la comitiva de la cuaresma que inauguró la Semana Santa con sol y elaborados ramos.
“Bienvenidos a esta celebración con la que inauguramos la cuaresma”, decía el párroco Don Hilario, que dio la bendición al menos a más de una centena de plantas y flores.