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La creación de la Escuela de Minas costaría hoy 33 millones de euros

El Gobierno y la ONU sufragaron la inversión en las instalaciones y otros 9 millones (al cambio actual) para los laboratorios

Varias máquinas en uno de los laboratorios de la Escuela de Minas.. | Miki López

La Escuela de Minas de Oviedo nació un 16 de julio de 1959. Ese día el –por aquel entonces– Ministerio de Educación Nacional publicaba un decreto en el Boletín Oficial del Estado (BOE) que era el que daba a luz a estos estudios que pronto enraizaron con fuerza en la capital asturiana. Pero el proceso para echar raíces llevó su tiempo e involucró a muchos organismos de distinta índole entre los que destacaron el llamado como Fondo Especial de las Naciones Unidas y la Unesco. Entre la ONU, la Unesco y el Gobierno de España se repartieron el grueso de las inversiones para hacer que Minas calara en Oviedo. Aquel esfuerzo inversor equivaldría a unos 33 millones de los actuales. Ese enorme desembolso, unido al del arraigo, es uno de los argumentos que defiende con uñas y dientes la dirección de la Escuela para pedir la continuidad de los estudios en la capital asturiana y frenar por todos los medios el traslado a Mieres, como pretende el rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde.

La historia del nacimiento de la Escuela la tiene bien documentada su antiguo director, Francisco Blanco, que es el que ha aportado los datos que se recogen en este artículo. Al principio, Minas estuvo vinculada administrativamente a la Escuela de esta especialidad que ya había en Madrid. Era la época de Valentín Silva Helero como rector de la Universidad de Oviedo. Y fue la Diputación Provincial de Oviedo –germen del futuro Gobierno regional– quien cedió los terrenos y los edificios para que albergaran estos estudios. Una vez despejado el terreno, tanto el físico como el legal con la constitución legal de la Escuela, las actividades académicas comenzaron en el curso 1960-61, con el mismo plan de estudios que el que había en Madrid, su centro hermano. Por aquella época el director de Minas era Agustín García González, que ejercía también como director de la centenaria ingeniería asturiana Duro Felguera en un claro ejemplo de colaboración entre la Universidad y la empresa que tanto se reclama en estos momentos.

Un par de años después (en el curso de 1962) la Escuela se desligaba totalmente de su dependencia de Madrid y comenzaba a volar por libre de la mano con Francisco Pintado Fe –cuyas contribuciones para el desarrollo de estos estudios en Oviedo fue esencial– al mando. Fue él quien solicitó la ayuda del Fondo Especial de las Naciones Unidas para poder equipar al inmueble con muchas de las máquinas que todavía ocupan los 27 laboratorios. La primera solicitud se realizó el 22 de septiembre de 1964 y se justificó con la intención de “reforzar y ampliar” el programa de estudios de la Escuela. Pretendían no solo formar a los futuros ingenieros, también querían llevar a cabo labores de investigación.

El centro ovetense supera los filtros de la ONU y consigue las ayudas con las que poder crecer ya de manera totalmente independiente. Tras algunos trámites, el Gobierno español firma, el 20 de octubre de 1967, el acuerdo para equipar a la Escuela de Minas de Oviedo con el Fondo Especial de las Naciones Unidas y la Unesco.

El plan se llevó a cabo entre los años 1967 y 1974 –hace ahora cinco décadas– y fue una ayuda extraordinaria para una Escuela como la de Oviedo. Al final, echando cuentas el fondo de las Naciones Unidas aportó 8,5 millones de euros de los actuales para crear la Escuela; mientras que el Gobierno nacional puso unos 24 para que la capital asturiana tuviera estos estudios. Solo la inversión en los laboratorios superó los 9 millones.

Ahora la dirección de la Escuela va a solicitar la protección para los equipos que en su momento pagó la ONU y que todavía siguen siendo utilizados por los estudiantes. De hecho, el Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste expresó este fin de semana su preocupación ante la perspectiva de que con el traslado al campus de Barrado (Mieres) este equipamiento acabe “achatarrado”.

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