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Luis Albo Aguirre Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Oviedo

“Las sanciones a abogados por saltarse el código deontológico no llegan a 150 en Oviedo”

“Llamaquique tiene los metros cuadrados suficientes para reordenar las sedes judiciales, habría que proponer un calendario realista”

Luis Albo, ayer, durante las jornadas. | Irma Collín

Luis Albo es el decano del Colegio de Abogados de Oviedo, entidad profesional que desde ayer acoge la séptima edición de las Jornadas de Deontología, que por primera vez se descentralizan y salen de Madrid. Cerca de dos centenares de letrados intentaron ayer –en unas charlas que continuarán hoy– resolver dudas sobe cuestiones disciplinarias. El colegio ovetense es, además, el primero en convocar unas jornadas relacionadas con la materia deontológica, convirtiéndose así en una institución pionera en este campo.

–¿Por qué son pertinentes unas jornadas sobre deontología?

–El 1 de julio del año pasado entró en vigor el nuevo estatuto de la abogacía, aunque llevaba ocho años aprobado por el Consejo General de la Abogacía. Además, en 2019 se aprobó el nuevo código deontológico, que es de carácter normativo. Se va hacia una abogacía de excelencia, sabemos que hay errores, pero para eso estamos aquí reunidos, para tratar de solucionarlos.

–¿Y qué cambia?

–El código deontológico incorpora normas que ya estaban instauradas en el quehacer profesional, está amparado por el Consejo General de la Abogacía, pero no tiene un amparo como el del Estatuto General de la Abogacía, que es un real decreto. En estas jornadas vamos a discutir, entre otros asuntos, el tema de la sanción pecuniaria. Hasta ahora el código solo contemplaba apercibir, la suspensión en el ejercicio o la exclusión, pero ahora se pueden imponer multas económicas, que van de las leves de 300 euros a las graves de 10.000 euros. Una parte de las jornadas las destinaremos a hablar del nuevo reglamento de procedimiento disciplinario. Tenemos una norma que nos dice que, como colegios, no podemos imponer una sanción sin aplicar el principio de proporcionalidad, y no solo eso, también tenemos que razonar y justificar de qué forma hemos aplicado ese principio. Hasta ahora cuando una infracción era leve se podía dar traslado y sin necesidad de expediente disciplinario imponer un apercibimiento y ya, ahora se encamina a hacer un procedimiento abreviado. Quieras o no, todo procedimiento de tipo disciplinario es como una pena de banquillo y no todo se sanciona. Aquí en Oviedo están bajando mucho los números, pero aquí no llegan a 150 sanciones en un año, con 4.500 abogados.

–¿Y eso?

–Es porque están formados desde un punto de vista deontológico. Nosotros celebramos anualmente unas jornadas de deontología, de las que llevamos ya siete ediciones, que para los abogados del turno de oficio son obligatorias y tienen que ir sí o sí, no vale con que vayan a la primera y a la última clase. También llevamos un par de años en los que a las jornadas vienen alumnos del máster, con lo que les suena la música, por lo que cuando empiezan a ejercer ya saben cómo actuar. Incluso me ha venido un alumno que quiere hacer el trabajo del fin de máster en deontología. La abogacía debe tender hacia la transparencia, estamos en continua evolución porque nos lo demanda la ciudadanía.

–En los casos en los que se quiebra el código deontológico, ¿a qué se suele deber?

–Aquí en Oviedo son casos puntuales. Uno de ellos es cuando el abogado, sin pedir autorización ni a su compañero ni a la junta de gobierno, aporta como prueba en el Juzgado una comunicación, normalmente correos electrónicos que se han cruzado entre los abogados y que están sujetos a la confidencialidad. Es una infracción que se da; menos de lo que se daba, eso sí. Otra son las dilaciones en informar al cliente. Y la tercera sería la de las personas que distraen fondos, de ahí al delito hay una línea muy delgada. En último lugar, diría las desconsideraciones entre compañeros y en lugar de centrarte en el debate jurídico intentar poner en mal lugar a la parte contraria. Nosotros tenemos una mediación para casos así, el año pasado hicimos veinte que tuvieron éxito.

–¿Las series y películas dan una imagen distorsionada de lo que es el oficio de abogado y la deontología profesional?

–A veces en las películas se plantean también algunos problemas deontológicos. Por ejemplo, de las novelas de John Grisham se han hecho muchas películas. Era un abogado americano que en un momento dado empieza a escribir y ve que así gana más dinero. En todas sus novelas plantea un problema deontológico. ¿Ha visto “La Trampa”, de Tom Cruise?

–Pues no.

–Pues ahí se plantea un problema en que para probar la infracción que se había cometido el abogado necesitaba tener las facturas de los clientes, pero si las tenía, a su vez, era una infracción. Al final, son los propios clientes los que las aportan al FBI y el caso queda solucionado. Es un ejemplo, pero hay también películas en las que se trata el secreto profesional u otras cuestiones.

–¿Cómo está la profesión?

–Somos muchos abogados, aquí somos 2.500 ejerciendo. Solamente en Madrid son 74.000, que son el doble que en toda Francia. Esa masificación hay que relacionarla con una mayor especialización, una mayor intervención en cuanto a normativa. Un compañero me comentó hace poco que a raíz de unos cursos que hicimos ahora está llevando asuntos medioambientales por toda España, eso es dar con la tecla. Otra compañera tiró por la protección de datos cuando aquello era todavía algo muy incipiente. Hay que estudiar mucho y estar muy al día.

–En Oviedo se plantea la reagrupación de sedes judiciales, ¿qué le parece?

–Lo de Oviedo es un caos, es un caos que haya dos juzgados de lo social en la calle Rosal, otro de lo contencioso en Pedro Masaveu, otro en La Cadellada... En una reunión que tuvimos hace no mucho en la Consejería todos teníamos muy claro que la ubicación ideal para la reordenación sería Llamaquique. Ahora veo que hay opiniones que lo ponen en duda. Creo que Llamaquique tiene metros cuadrados suficientes. El siguiente paso sería plantear un calendario realista.

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