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Sonsoles Ónega Periodista, protagonizará mañana las Tertulias del Campoamor

"Respeto tanto a un ministro como al defensor de un concursante de Supervivientes"

"No nos entra en la cabeza el celibato porque vivimos en una sociedad que asume pocos compromisos"

Sonsoles Ónega

Sonsoles Ónega (1977, Madrid) no concibe la literatura sin un anclaje a nivel periodístico: "Imposible separar ambas disciplinas, sobre todo durante el proceso creativo de búsqueda de fuentes y construcción de personajes". Comenzó, por vocación, en una pequeña agencia de noticias; ahora está a cargo de un programa televisivo y camino de escribir su séptima novela.

Madre, presentadora, escritora... Hace malabares con el tiempo, gracias una marcada "disciplina germánica", y este viernes a las ocho de a tarde ha reservado un hueco en su calendario para protagonizar Las Tertulias del Campoamor, en una conversación con Amor Domínguez, periodista de LA NUEVA ESPAÑA.

-¿Sobre qué va a hablar en las Tertulias del Campoamor?

-De literatura, de periodismo, de la vida… Me apetece mucho participar en estas tertulias en un escenario como el Teatro Campoamor.

-Su primera novela, que ganó el Premio Letras de Novela Corta, la publicó aquí en Oviedo ¿Tiene algún vínculo con la ciudad?

-Todos y ninguno porque con Oviedo no hace falta tener vínculos para amarla desde la primera vez que la visitas. Aunque es cierto que mi primera novela la publicó una editorial ovetense que convocaba el Premio Letras de Novela Corta y, de aquella, yo me presentaba a todos los premios en los que creía que mis escritos podrían encajar. ¡La sorpresa fue ganar! Mi familia tardó en creérselo.

-¿Ha cambiado a nivel personal y literario entre esa primera publicación y la última?.

-Soy la misma de entonces, pero no tengo nada que ver con aquella que fui. Madurar es un ejercicio maravilloso. En estos años he sido madre, he tenido dos niños, he escrito cinco novelas más… Ha sido un aprendizaje continuo.

-¿Cómo afronta todos eso años? Mucha gente tiene miedo al paso del tiempo… 

 -Cumplir años es mejor que no cumplirlos. Aunque confieso que me angustia la certeza de saber que cada vez tengo menos tiempo. Me divierte proyectar con mis amigas una casita de ancianas donde nos alojaremos para conllevar la vejez.

-Régimen de cuba, el 11 M, un amor prohibido… ¿Cuál es el nexo de unión entre sus libros?

-La culpa es uno de los asuntos que se repiten en todas mis novelas. Es poliédrica y se manifiesta de diferentes maneras. Los personajes de mis libros son culpables de amar, de no haber amado, de abrazar causas políticas equivocadas e incluso de ser mujer. Busco entenderlos a todos y situar al lector ante su propio espejo. No hay nada más gratificante para quien coge un libro que saber que ya hubo alguien en el mundo que sintió lo mismo que él ha sentido a lo largo de su vida.

-También habla sobre la pérdida...

-Porque nos definen más las pérdidas que las posesiones; los fracasos que los éxitos. Aprendemos de los primeros y los segundos nos debilitan. En la literatura, crecí mucho con los "noes" recibí de las editoriales a las que enviaba manuscritos. Reafirmaron que quería seguir escribiendo.

-“Mil besos prohibidos” aborda la relación amorosa entre una mujer y un clérigo, ¿no temía meterse en terreno pantanoso?

 -Me producía algo de vértigo. Por desconocimiento y, quizá, por pudor intelectual. Pero necesitaba un personaje masculino que hubiese contraído un compromiso inquebrantable, de esos que ya no existen.

-Se informó de primera mano con religiosos para conocer a fondo el tema. ¿Cambió la visión que tenía del celibato?

-Absolutamente. No nos entra en la cabeza porque vivimos en una sociedad que asume pocos compromisos, que se aburre rápido… Solo hace falta ver la nueva política. En cambio, los sacerdotes, aun viviendo una enorme crisis de vocaciones, son capaces de comprometerse hasta niveles que contradicen la propia naturaleza del ser humano. No sé si lo entiendo pero lo respeto como ejercicio de vocación libre e individual.

-¿Vena literaria, periodística o una mezcla de ambas?

 -Imposible separarlas. Mis libros están empapados de periodismo, sobre todo durante el proceso creativo de búsqueda de fuentes y construcción de personajes. Seguramente mi manera de escribir también tenga algo de la síntesis periodística y de búsqueda de la palabra exacta.

-¿Y cómo las compagina? Dice que tiene una disciplina germánica…

 No existe otra manera. Ahora hago dos programas de televisión a los que dedico el noventa por ciento de mi tiempo. El otro diez por ciento hay que estructurarlo como si fuera una escaleta. ¿Sacrificas cosas? Mentiría si le dijera que no.

-Pasó de la información parlamentaria a “Ya es mediodía”, ¿recibió críticas del público al respecto?

-Fue un cambio radical en mi vida profesional. Supongo que hubo críticas, pero no me condicionaron. Las oportunidades suceden y siempre convienen. Un programa diario de actualidad es lo más excitante que te pueden ofrecer hoy en día.

-Hay quién piensa que existen modalidades del periodismo peores que otras, ¿está de acuerdo?

 -Solo existe un periodismo malo: el que no cuenta la verdad, el que la retuerce y manipula la realidad. El resto es dignísimo. Respeto tanto a un ministro como a un defensor de un concursante de Supervivientes al que llamamos porque consideramos que tiene algo que contar porque nosotros tenemos algo que preguntarle.

-¿Ser mujer le ha condicionado en algún momento de su carrera?

-No sé, no he experimentado otra condición. Lo que sí sé es que ser mujer y querer tener una carrera profesional y una familia es más costoso que siendo hombre. No es una queja, es una constatación de la realidad.

-¿A estas alturas de la vida, se considera una persona con éxito?

- Me considero una mujer con suerte por poder dedicarme a aquello para lo que me formé y por seguir disfrutando de ello tanto como el primer día que pisé una redacción, la de una pequeña agencia de noticias llamada Fax Press. El día que me aburra, lo dejo.

-Hábleme de su día a día entre esa vorágine de proyectos familiares y profesionales

- ¡Imagínese! Mis hijos podrían dar una respuesta más sincera… Empiezo pronto y acabo tarde, así que trato de exprimir el tiempo y disfrutar de cada paréntesis. Los retos hay que morderlos

-¿Nueva novela en mente?

-Sí, e incluso avanzada. No concibo la vida sin escribir a pesar de que, en este momento, me esté costando más por la falta de tiempo.

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