“Está precioso, ahora da gusto subir hasta el Naranco”. Francisco García es uno de los paseantes incondicionales del totémico monte ovetense que en los últimos días se está viendo sorprendido por el resultado de las obras de mejora en los accesos a San Miguel de Lillo desde el aparcamiento situado en la parte baja de las joyas ovetenses del Prerrománico.

Los trabajos ejecutados por la empresa pública Tragsa a través de un encargo de la consejería de Cultura están convirtiendo lo que antes eran charcos y fango en un camino pulcro con una pendiente un poco más llevadera y tramos de barandilla que facilitan las caminatas, especialmente a los senderistas más veteranos.

El objetivo de las actuaciones, que cuentan con un presupuesto de 176.000 euros y un plazo de ejecución de tres meses próximo a cumplirse, era el de adecentar la principal vía de acceso al entorno de los Monumentos desde la zona que muchos turistas eligen para estacionar y darse un rodeo por el entorno de la mítica cima.

A juicio de los incondicionales del monte, los trabajos han supuesto un salto de calidad para favorecer también las escapadas de los ovetenses al monte. “Era hora de que hicieran algo porque el camino no estaba en condiciones de enseñar a nadie”, comenta María del Carmen Reguero, vecina de Vallobín que “al menos un par de veces por semana” sube al Naranco para pasear por los alrededores de Lillo.

Las actuaciones se financian con sendas partidas idénticas de 87.872,26 euros, a cargo de los presupuestos regionales de este año y el anterior por iniciativa del Servicio de Protección, Conservación y Difusión del Patrimonio Cultural. La eliminación de la maleza para ensanchar la senda de acceso a Lillo, el adecentamiento de los firmes dañados y la mejora en los sistemas de drenaje para evitar la formación de charcos y fangales están siendo los principales puntos de mejora de unos trabajos que todavía no han sido rematados del todo.

Estas mejoras se suman a las realizadas el año pasado por el Ayuntamiento de Oviedo mediante un plan de empleo con el que se consiguió acondicionar casi 100 kilómetros de sendas, los vestigios de la Guerra Civil y los neveros del Naranco.