Universidad, prensa y ejército, tres pilares democráticos que en ocasiones se han convertido en enemigos de la libertad. Así lo aseguró ayer en el Auditorio el político venezolano exiliado Leopoldo López, al recoger el premio “Libertas Internacional” durante la primera entrega de estos galardones. Los reconocimientos, entregados por la Sociedad Civil Oviedo 21, son una mención a los sostenes de la autonomía colectiva e individual. Por eso destinaron sus otros tres premios a una entidad educativa, a los medios de comunicación y a las Fuerzas Armadas. Con mayor motivo en un momento en el cual, como destacaron los asistentes, la seguridad se encuentra comprometida.
“La libertad no es un valor inamovible”, coincidieron Leopoldo López y la presidenta de la asociación, Ana Miralles. El primero recordó cómo vio a su país natal sumergido en una dictadura cuando él mismo pensaba que el derecho a la información del que tanto hablaba la prensa “era un tema de periodistas para hablar desde su propia perspectiva”. La segunda recordó que los autoritarismos, sean del tinte que sean, pueden llegar a encadenar a una región: “Nadie está a salvo de la represión”.
“El gran conflicto mundial del momento no es más que la lucha entre democracia y autocracia”, sentenció el político. De ahí que los tres pilares galardonados jueguen un papel estratégico ante esta encarnizada lucha. La Universidad de Oviedo recogió el premio “Libertas” ovetense de la mano del rector, Ignacio Villaverde, quien recordó –parafraseando el clásico discurso antirracial de Kennedy en la Universidad de Alabama– lo fundamental que resultan la crítica y el debate para construir opiniones y a la vez evitar barreras: “La libertad sin educación es siempre un peligro; la educación sin libertad resulta vana”.
Después le llegó el turno a la Asociación de la Prensa de Oviedo, que recibió el galardón “Libertas Asturias” que honra a los innumerables periodistas que ha dado “la tierrina”. Algunos de ellos en Ucrania, escondidos en países conflictivos para poder realizar su trabajo, o exiliados, tal como recordó en su nombre Ceferino Vallina. “No somos el cuarto poder, no firmamos en los boletines del Estado ni hacemos leyes. Informamos a la sociedad de lo que creemos que les puede interesar y es una labor que pasa muy desapercibida”, aseguró el glosador del premio y periodista Diego Carcedo.
El teniente general Francisco Braco recordó, por su parte, las innumerables labores exteriores que realizaron los 180.000 soldados que pasaron por el Ejército español en los últimos 30 años, reconocidas ayer. Todo en aras de la paz: “Desde Letonia hasta Colombia”. Un papel que López –último en recoger su estatuilla y con un discurso contundente que puso en pie al público del Auditorio– consideró fundamental cuando se mantiene limpio, “pues cuando se vuelve contra el ciudadano reprime, encarcela y mata a su propia gente”.
También habló de cómo la dictadura se coló en Venezuela porque muchos lo consideraban un “experimento de la democracia al estilo caribeño” y tachó a algunos políticos como el expresidente de España José Luis Rodríguez Zapatero de actuar como “voceros” de esa represión. Tal como expresó: “La democracia es o no es, al igual que sucede con la libertad”.
