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La Esperanza regresa a La Balesquida

Los cofrades bailan a la Virgen desde el sepulcro de Velasquita Giráldez hasta su capilla en presencia de numeroso público

Los cofrades de La Balesquida, portando a la Virgen de la Esperanza en la plaza de la Catedral. | Fernando Rodríguez

Nuestra Señora de la Esperanza regresó ayer a su capilla tras ser bailada por los hermanos de La Balesquida hasta la iglesia parroquial de San Tirso con motivo de la realización del triduo junto a la sepultura de la precursora de la cofradía, Velasquita Giráldez. Pasados, como su propio nombre indica, tres días de oración a la Virgen, el sábado los dieciséis braceros volvieron “al cielo con ella” envuelta en la armonía de las gaitas y bajo la atenta mirada de los viandantes.

Público que presenció la procesión de regreso a la capilla de La Balesquida en la plaza de Alfonso el Casto. | Fernando Rodríguez

Primero, el párroco Ángel Rodríguez Viejo ofició una homilía dedicada a la Virgen de la Esperanza, en la que se rezó un responso ante el sepulcro de Giráldez, “por su generosidad y labor de ayuda”. Esta vecina de alta cuna ovetense data del siglo XIII y fue un ejemplo de solidaridad gracias a sus cuantiosas donaciones y es conocida popularmente como Balesquida –nombre que la Cofradía de los Sastres, a quienes cedió parte de su herencia, adoptó hace siglos en su memoria–. También lleva a sus espaldas la tradición del Martes de Campo, celebrado en Pentecostés, ya que su única petición fue la celebración de una misa en su honor, que derivó en oración, pradera y “bollu”.

Después del homenaje, los braceros cargaron a hombros a su Señora y desfilaron por la plaza de la Catedral arropados por cofrades, párroco, la banda de gaitas de Colloto, “Xiranda-Belenos”, y hermanos mayores de La Balesquida. El único miedo, según compartieron, era la llegada de la lluvia, que en su lugar dejó el cielo despejado durante la procesión.

En la entrada de la capilla, en la plaza de Alfonso el Casto, aguardaban tres jóvenes con cirios y los músicos hicieron de escolta a la Esperanza, que durante unos minutos bailó para los asistentes, que culminaron la jornada con un caluroso aplauso. Dentro del oratorio cantaron al unísono la salve y el lugar quedó abierto para todo aquel que quisiese encomendarse. Hasta el martes se oficiarán ceremonias religiosas y responsos a la espera del emblemático día del reparto del bollo y el vino a los asistentes.

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