Las hermanas Dominicas de Oviedo tienen un empeño personal: dotar a sus alumnos de herramientas narrativas. Por eso, hace 61 años, cuando dio comienzo el concurso de relatos cortos de Coca-Cola las religiosas lo concibieron como algo más que un certamen: era la oportunidad perfecta para preparar y motivar a los más jóvenes en el mundo de las letras. Cada año, el alumnado de las Dominicas participa en el concurso, una iniciativa que desde 1987 encabeza Mari Paz Camblor, profesora de Lengua. “He visto a todas las promociones presentarse desde entonces. Desde que el comienzo del evento se realizaba con una visita a la embotelladora de Colloto”, relata la docente, que celebra el “doblete” logrado por el colegio, ganador del certamen regional tanto el año pasado como este.

“Destapa la felicidad”, reza el tradicional eslogan de la marca; pero para Candela Camacho, la estudiante de 2.º de la ESO que ha resultado ganadora del concurso este año, lo que ha salido a borbotones han sido las ganas de seguir escribiendo y un concepto revelador de lo supone la palabra “esfuerzo”. “Aún me sorprende”, admite la novel autora, que tiene abiertas las puertas a la final nacional en Madrid, durante su encuentro con LA NUEVA ESPAÑA y en compañía de su maestra Mari Paz Camblor.

Las bases son sencillas: alumnos de segundo de Secundaria y un estímulo narrativo con el que hilar su historia, que conocen al dar comienzo la jornada. En este caso, Camacho pudo ver en la pantalla –a raíz de la pandemia las convocatorias son online– un acuario con tres estanques o ecosistemas. “La idea fluyó enseguida”, relata la estudiante, que es amante del mar desde la niñez y aprovecha cualquier día libe para realizar una escapada a Gijón: “Quería hablar sobre un protagonista experto en ecosistemas marinos”. La bombilla se encendió al instante y no parpadeó en ningún momento. Planteamiento, nudo y desenlace llegaron de la mano. “El final es sorprendente”, afirma Camblor, quien sobre la historia no dicen ni “mu” porque al encontrarse aún en fase de selección nacional no están permitidos los spoilers.

Esa era una de las claves que la docente compartió de forma incansable con sus pupilos: “Cerrar la narración de una manera que no dejase indiferente”. ¿Cuántas veces una trama atrapa pero su final deja frío al lector? Muchas, sostiene Camblor. Y es lo que intenta inculcarle a Candela, pues la joven consideraba su relato algo “simple”. Sencillo, agradable de leer y con mensaje profundo es como lo describe la profesora, los ingredientes perfectos para la escritura que llevaron esta alumna dominica a hacerse con el reconocimiento.

La entrega fue algo improvisado, nadie conocía el nombre del centro ni el estudiante ganador. Lo anunciaba el humorista Luis Piedrahita, en conexión telemática con todos los colegios participantes. Por eso, Camacho lo recibió vestida de deporte y aún acalorada a causa del entrenamiento de bádminton que acababa de culminar. “Algo me olía porque vi a un hombre que no conocía vestido de traje”, rememoró. Se refiere a Ramón Méndez, representante de la compañía. “Lo que no esperaba es escuchar mi nombre en el veredicto”, dice mostrando un vídeo en el que sus compañeros gritan y la abrazan, haciendo del premio algo compartido.

No era una gran aficionada a la escritura, pero si una avezada lectora, “en especial de historia sobre la Alemania nazi”. Aunque las letras las lleva en la sangre. Su padre filólogo hispánico siempre les inculcó, a ella, a su hermana, e incluso al perro y al gato familiares –ambos de nombre “Lola”–, el amor por los libros. Una pasión que junto al mar, hizo de su relato la combinación perfecta y una motivación para continuar: “He aprendido a poner entusiasmo a lo que hago, y que con esfuerzo las cosas se sacan”. Seguirá creando, promete, y quiere dedicarse al mundo de la comunicación. Quizás en unos años los lectores encuentren su firma en este mismo periódico.