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Marta Llavona: “La casa indiana buscaba desmarcarse de la vivienda rural”

“La máxima expresión de edificación pública hecha por emigrantes son las escuelas que dejaron en sus pueblos”, señala la arquitecta

Alfonso Toribio, Marta Llavona y Virginia Gil, ayer, en el Club. | L. Murias

Alfonso Toribio, Marta Llavona y Virginia Gil, ayer, en el Club. | L. Murias / M. J. Iglesias

María José Iglesias

María José Iglesias

“Las casas indianas se distanciaron al máximo de las viviendas rurales para evidenciar el linaje y el poderío de sus propietarios, que realizaron un auténtico despliegue de ornamentación y materiales novedosos”. Así lo explicó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA la arquitecta Marta Llavona, a la que presentaron Alfonso Toribio, directivo y expresidente de Tribuna Ciudadana, y Virginia Gil, vicepresidenta de la asociación.

Otras veces, el indiano manda dinero para arreglar y remodelar la casa familiar, que pasa de una tipología tradicional a otra completamente distinta, tal como manifestó la conferenciante, que también puso de relieve la profusión de construcciones en altura, en ciudades como Santander y Oviedo.

“La máxima manifestación de la arquitectura pública indiana son las escuelas que los emigrantes retornados realizan por toda Asturias”, señaló Llavona, que habló de la arquitectura indiana como símbolo de distinción.

Los indianos solían regresar a los 40 años, solteros, y se casaban con mujeres más jóvenes, vecinas del pueblo. A menudo se trataba de matrimonios sin descendencia, tal vez por la diferencia de edad entre los cónyuges. Aquellos emigrantes triunfadores promovieron también numerosas obras filantrópicas que a la vez utilizaban como método de proyección social. Uno de los ejemplos fue el del llanisco Ramón Argüelles, marqués de Argüelles, que casó a su hija María Josefa con Federico Bernaldo de Quirós, miembro de una preeminente familia de la zona. “El regalo de bodas fue la casa que aún se conserva en la villa”, señaló la ponente, autora de una tesis sobre arquitectura indiana.

“Algunas casas se inspiraron en los chalés suizos y en estilos que predominaban en Europa”, indicó Marta Llavona. La arquitectura funeraria también ha dejado testimonios, como el panteón de Luis Arias en Navia. Fuera de Asturias plasmaron su huella emigrantes como el marqués de Comillas. También en Cantabria llama la atención la obra del marqués de Valdecilla, que fundó el hospital que lleva su nombre, entre los más importantes de España.

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